Con esta firmeza justificaba Murphy en 1949 que todos los electrodos de un arnés espacial estaban mal instalados. Alguien podría pensar que con el cambio de gobierno andaluz la sanidad podría mejorarse, que el impulso en inversiones, los aumentos de plantilla, refuerzos de la atención primaria en los centros de salud, el gran hospital regional€, en definitiva, que un nuevo gobierno, a pesar de los estigmas privatizadores que se le asignan, iba a mejorar la sanidad pública andaluza.

Pero la sabiduría, reflejada en el refranero español, nos dice «más vale malo conocido que bueno por conocer». La realidad sanitaria en nuestra provincia, no sólo no ha mejorado sino que ha empeorado de manera importante. Desde CCOO lo estamos denunciando mes a mes, por más que el nuevo equipo de Gobierno andaluz quiera tapar las cifras no haciéndolas comparables, la realidad de plantas cerradas, de camas no disponibles, falta de recursos humanos en centros de salud, se imponen; y el conjunto de pacientes que demandan un servicio de salud público, sufre ansiedad cuando una y otra vez «salud no responde» a sus llamadas, y la atención presencial se demora originando situaciones absurdas y de una gran negligencia institucional -que no profesional-.

En este contexto sanitario de desconfianza, arranca el nuevo curso escolar; y aunque algún periódico culpe a los sindicatos de todos los males de la educación, el miedo al contagio Covid-19 entre el profesorado, y la desconfianza respecto de quienes gobiernan el sistema educativo andaluz crece semana tras semana, cuando se improvisan circulares desde Consejería, dando instrucciones a cada centro educativo, para que disponga a su libre albedrío respecto las medidas de contención del Covid-19: Que cada centro empiece cuando lo consideren, cuando días antes el propio presidente del Gobierno andaluz exigía al Gobierno de España un inicio de curso el mismo día con los mismos criterios en todo el territorio nacional. Aplíquese el parche.

Desde CCOO, antes del Covid-19 y por razones pedagógicas de mejora del sistema educativo andaluz, llevábamos la voz del profesorado ante la Junta de Andalucía, reivindicando una bajada de ratio alumnado/profesorado para infantil-primaria, secundaria, FP, bachillerato inferior a 25,30 o 35 por aula -en algunos centros muy superior. Ahora, tras los efectos de la pandemia, y siguiendo las recomendaciones sanitarias, la bajada de ratio es más urgente que nunca; ahora, además de por razones pedagógicas, lo reivindicamos para garantizar la salud del conjunto de la comunidad educativa. Estamos asistiendo al peor inicio de curso escolar en Andalucía de los últimos 40 años.

La Junta de Andalucía, por boca de su consejero de Educación, no tiene que pedir al profesorado ilusión ni compromiso alguno: el trabajo educativo o es vocacional o no es trabajo. A cada docente encerrado sólo en su aula le será difícil no corresponder con una sonrisa a la sonrisa de su alumnado, pero la realidad se impone y nos será difícil no compartir la falta de medios, del centro y la falta de reconocimiento al trabajo realizado durante el estado de alarma, que la administración autonómica educativa no quiere reconocer: sólo le pedimos que inviertan en profesorado, infraestructuras educativas y en medidas de contención del Covid-19.

El presidente de la Junta de Andalucía ha perdido una oportunidad en la pasada remodelación de su gobierno, pensada más en garantizar el equilibrio interno del partido de su coalición que en la mejora del sistema educativo andaluz.

El Gobierno andaluz acaba de anunciar un plan de inversiones ambicioso para nuestra comunidad que alcanza los 3.450 millones de euros, de los cuales 310 lo serán para la educación y deportes en tres años. Para valorar el alcance de esta cuantía, deberíamos compararlo con la aportación que el Gobierno de España ha asignado a nuestra comunidad de 384 millones, para gastarlo en un solo año.

La educación andaluza necesita de un incremento económico al mismo nivel que el presupuesto de la comunidad en su conjunto, tanto para niveles de infantil como superiores. De no ser así dejaremos en manos privadas la formación de nuestros jóvenes, obligándoles a pedir créditos a la banca para pagar sus estudios profesionales, como ya está ocurriendo en nuestra ciudad, como consecuencia de la ausencia de oferta pública de estudios profesionales y una reducida política de becas a la que sólo se destina el 1,1%. De la misma forma hay que reforzar las universidades públicas andaluzas, en vez de promover estudios universitarios privados para quien pueda pagárselos.

Hoy los efectos de la pandemia ponen de relieve las carencias del sistema educativo andaluz que no se solucionan con contrataciones temporales de profesorado, de personal de servicios, aumentando las externalizaciones, se necesita reforzar la atención a la diversidad con personal técnico; en definitiva cuidar la educación es cuidar de nuestra salud física y económica, el orgullo de ser atendido por profesionales que hoy estamos preparando.

En definitiva, cuidar la educación es cuidar nuestra salud física y económica, en el presente y futuro, sintiéndonos orgullosos de ser atendidos por profesionales a los que hoy formamos para el mañana.