El baloncesto balcánico, heredero del gran Asa Nikolic, siempre ha pensado en la formación integral de los jugadores más allá de su altura o corpulencia. Eso ha propiciado que haya múltiples jugadores altos con un manejo del balón y del juego impropio de su estatura. En el caso de Tomic se da un segundo factor: cuando comenzó a jugar era un jugador pequeño. En las filas del KK Dubrovnik era el base o el escolta del equipo que dirigía Pero Jejina. A los 14 años pegó el estirón, 20 centímetros en un año le convirtieron en otro jugador. Ese niño que pasaba las noche sin dormir para ver los partidos de los Sixers en la NBA y de su gran ídolo, Allen Iverson había crecido y tenía que buscar nuevos referentes. Su nuevo ejemplo era Pau Gasol.

El tiempo que dedicaba a aprender los movimientos del genio de Virginia se trasladaba a estudiar a la estrella de Sant Boi: «Miraba e intentaba copiar sus movimientos». Sus características físicas y su buen manejo del balón propiciaron que pronto se empezara a hablar del «Gasol del Este» o del «Gasol de Dubrovnik». En ese momento llegó el Real Madrid. Antonio Maceiras conseguía el fichaje de Tomic gratis para junio de 2010 pero una inoportuna lesión de Van den Spiegel hacia que Maceiras y el entrenador Ettore Messina le incorporaran de inmediato pagando un millón de dólares.

Pau estaba camino de su segundo título en la NBA con Los Lakers y el Barcelona dominaba la Liga ACB. Todos quisimos ver en ese jugador croata a la nueva estrella de este deporte aunque Messina rebajaba un poco la euforia: «Me recuerda a Nesterovic, al que entrené en Bolonia. Llegó con 22 años como quinto hombre alto y terminó de titular y jugando muy bien. Esperamos que siga la misma trayectoria» Un gran jugador, pero muy distinto.

Su llegada a Madrid fue buena, su aportación en la cancha ayudaba al equipo y a pesar de algunas incomodidades en su nueva casa: Los primeros dos meses hasta que le hicieron una cama a su medida estuvo durmiendo a lo ancho en tres camas de 90 centímetros. Madrid y España conquistaron su corazón pero el equipo no funcionaba. La salida de Messina y la llegada de Pablo Laso le dejó fuera del club. Tomic no quiso irse, a Tomic no le renovaron y cuando estaba libre le llamó el Barcelona. Cambió de bando para jugar con Xavi Pascual, un entrenador que entendía mejor su juego, pero se pasó al lado equivocado. Los títulos cogían el puente aéreo. Dejaban el Barcelona para llegar al Real Madrid.

Una carrera envidiable en Barcelona. Muy buenos números, extranjero con más partidos en el club, capitán del equipo a la retirada de Juan Carlos Navarro y muchos premios individuales sin gran recompensa colectiva. En el camino también muchos «haters» que le persiguen aunque él encaja muy bien las críticas: «La gente puede hablar lo que quiera. Siempre he sido honesto. No tengo ningún problema con la opinión de la gente».

Ahora con 32 años afronta un nuevo reto: Liderar a la Penya junto a Pau Ribas. Y por tercera vez intentará responder a un pregunta que muchos se hacen: ¿Se puede construir un proyecto ganador sobre Tomic?

La Penya es quizá el equipo que más y mejor se ha reforzado este verano. El Unicaja el que menos cambios ha hecho en su estructura base de la pasada. Un gran duelo para empezar a medir el potencial de ambos conjuntos en una pista casi maldita para los malagueños y que este año se puede repetir muchas veces en la ACB, LaCopa y la Eurocup. Suerte€ y poneros la mascarilla.