Leí 'Lo viral' de Jorge Carrión antes del verano y cometí el error de no escribir sobre él entonces. Quería relacionarlo con nuestro viaje a Galicia, combinar los recuerdos del verano del coronavirus con las palabras de Carrión. Lo he intentado, pero me suena falso. Solo atino a componer una escena, en nuestro jardín, donde descubro que los grillos sincronizan su canto y convergen en la armonía. No lo sabía.

"Si el género natural de estos tiempos es el diario íntimo, este texto, por supuesto, no lo será. No creo que tenga género, pero se podría definir como un antidiario de no ficción, un informe, una sucesión de preguntas, un diario fake o una reconstrucción. Porque la literatura será artificial o no será". Toda literatura es simulación. Incluso este "ensayo fragmentado sobre la viralidad", falso, pero sincero.

Lau dio positivo el día 25 de agosto y, desde entonces, volvemos a estar confinados. Peor que eso: no podemos tocarnos. Ella debería estar aislada en una habitación, no salir. Por suerte vivimos en una casa con patio y las temperaturas de finales de agosto y primeros de septiembre le permiten pasar casi todo el día fuera. Le cuesta respirar, se siente cansada, pero no tiene fiebre ni vómitos. Duerme mucho. Y tiene apetito. Más.

El libro de Carrión empieza preguntándose cuándo empezó el siglo XXI. "¿Es posible que, si el siglo XX empezó realmente en el Sarajevo de 1914, el siglo XXI comenzara anteayer en Wuhan?". Después de mencionar al maestro Zweig, insiste "¿No comenzó el siglo XIX el 14 de julio de 1789 con la toma de la Bastilla? ¿No inició Cristobal Colón el siglo XVI en 1492, cuando llegó a la otra orilla del Atlántico?" Este es un libro de preguntas, datos y más preguntas. Por eso merece la pena.

La virología, el estudio de los virus y de las infecciones que provocan, nació a finales del siglo XIX. Sin embargo, "[e]l concepto de viralidad, tal y como lo entendemos hoy, surgió en los años noventa en el ámbito del marketing [€], la viralidad digital ha situado en otro nivel de conflicto las estrategias informativas y propagandísticas modernas. El de la atención en disputa constante. Vivimos en la época de mayor alfabetización de la historia de la humanidad y, sin embargo, en la que menos tiempo y concentración dedicamos a discernir lo verdadero de lo falso, lo conveniente de lo reprochable".

El ochenta por ciento de los enfermos de COVID-19 desarrollan síntomas leves. La tasa de mortalidad es de menos del 4% y Lau no encaja en ningún grupo de riesgo. Lo peor del virus es el miedo. Y no poder tocarla. Tenerla tan cerca y no poder besarla. Escuchar su tos, ampliar el sonido para buscar un matiz que muestre que ha empeorado. El vértigo. Despertarme en la mañana, solo. Buscar el contacto de su cuerpo en su lado de la cama. Su. Ella. En la habitación de invitados con la puerta cerrada. El miedo a cómo habrá pasado la noche. Las gracias infinitas porque todo sigue igual, mejor, y su cuerpo no se resiente. Lo peor, el ánimo. ¿Por qué? Porque estamos tan cerca y no podemos tocarnos. Una contradicción.

"Desde entonces he hablado cientos de veces acerca de esa colección de crónicas y ensayos sobre mundos librescos, como si los textos no fueran autónomos, como si para existir, absurdamente necesitaran a su lado mi voz, mi presencia" dice Carrión cuando recuerda la agenda de presentaciones de su anterior libro, Contra Amazon. Reconoce que estos viajes le han permitido, le permiten, reencontrarse con personas a las que quiere y hace demasiado tiempo que no ve. Y recuerda el cocido de su tita Pepita "con judías que saben a judías y patatas que saben a patatas". Arremete contra la telebasura y reflexiona "la lectura, que implica duración, es suplantada por la visita y el tráfico, estallidos fugaces, bombeo de trending topic".

El virus SARS-CoV-2 es causa y es efecto. Es consecuencia de nuestros excesos, manifestación de nuestros errores. Esta idea la desarrolla Mike Davis en otro ensayo titulado Llega el monstruo. Sobreexplotación de recursos naturales, destrucción del hábitat natural de los animales, hacinamiento en granjas industriales de los que nos servirán de alimento para mantener a flote un sistema neoliberal donde la mano de obra barata malvive, también, hacinada en los suburbios, y se desplazan en transporte público a sus lugares de trabajo, mientras la clase media sobrevive en la periferia de las ciudades y utiliza su propio vehículo, a ser posible de una marca reconocible, "el objetivo de las marcas: insertarse en el memecomplex que una persona asume como su estilo de vida y su sistema de valores", Carrión de nuevo, sometidos a un incremento exponencial de la velocidad del mundo. ¿Para qué? Ni siquiera pueden alzar la voz cuando sus gobernantes incumplen los requisitos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para una apertura segura del curso escolar. Porque, ¿con quién van a dejar a sus hijos? ¿Con los abuelos?

"La aceleración del tiempo parece un fenómeno irreversible. Los seres humanos somos partículas de la atmósfera del capitalismo [€]. Las nuevas tecnologías y los nuevos procesos no hacen más que multiplicar los estímulos y los deseos, sin evaluar su necesidad ni sus consecuencias [€], la filosofía más pertinente de hoy está justamente imaginando alternativas a ese vértigo cotidiano que no cesa de apretar el acelerador. Como nos recuerdan los aceleracionistas, la situación es insostenible en todas las dimensiones de la realidad: no sólo enloquecen sin tregua los ritmos tecnológicos, también lo hacen los plazos en que la clase media se empobrece, los millonarios se vuelven multimillonarios o destruimos el planeta".

El 7 de septiembre por la mañana, Lau se hizo un segundo PCR. Por la tarde, le enviaron un correo electrónico con los resultados. Tras pelearnos con el archivo y su contraseña, conseguimos abrirlo. De todas las palabras que llenaban la página sólo alcancé a leer una: Negativo. Lau se abalanzó sobre mí. Cuando pude respirar, superada la extrañeza de su cuerpo, el contacto de su boca, salimos a dar un paseo.