La crisis por Covid-19 ha evidenciado la inmensa fragilidad del sistema, de las organizaciones, de las empresas, del ser humano€ Nos ha permitido cuestionarnos nuestras creencias, prioridades, escalas de valores, necesidades... Nos ha conectado con una realidad aplastante: no todo valía, no necesitábamos tanto, el progreso es común o no es progreso. Quizá, sencillamente, esta pandemia ha venido a enseñarnos a ser un poco "más humanos".

Y es que el progreso de la sociedad está directamente relacionado con el bienestar social y, si las soluciones que tradicionalmente ofrecíamos a los problemas excluían de forma automática a muchas personas, tendremos que construir el progreso desde otro prisma y con otras premisas.

Aquí es donde entra el concepto de Innovación Social, como herramienta que nos permite el diseño de iniciativas diferentes y con una visión esencialmente inclusiva, porque, como hemos señalado, no todo vale y no vale si no es para todos. Dicho en otras palabras, una iniciativa es socialmente innovadora cuando se conjugan los siguientes elementos:

1º Responde a las necesidades de la comunidad, sin dejar a individuos o colectivos excluidos.

2º Es generadora de un impacto social positivo y está alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (PNUD).

3º Constituye una respuesta novedosa y diferente, estando prevista la posibilidad de escalado o réplica de buenas prácticas con eficacia ya constatada.

4º El proceso de diseño y despliegue de la iniciativa conlleva una metodología innovadora en sí misma.

Los agentes promotores de la innovación social pueden y deben ser de distinta naturaleza: sector privado, sector público y tercer sector, y es conveniente que se generen alianzas estratégicas y colaboraciones entre los mismos.

Al igual que otras ciudades, el Ayuntamiento de Málaga también ha querido sumarse desde el área de Participación Ciudadana al impulso de la Innovación Social como herramienta para el desarrollo local, favoreciendo la suma de ideas y la confluencia de propuestas para dar respuestas a problemas que requieren de una perspectiva global, dando forma así al I Plan Municipal de Innovación Social. Todo un desafío del que también forma parte la Asociación Arrabal-AID como entidad dinamizadora para facilitar su proceso de construcción, confiando en el potencial de todo individuo, comunidad y sector que configuramos la sociedad malagueña y, obviamente, desde la defensa de iniciativas basadas en el bien común.

Y es que entendemos que un Plan no puede diseñarse al margen de la ciudadanía, porque si bien, no todos los procesos participativos generan iniciativas de innovación social, todo Plan de Innovación Social debe construirse a partir de procesos participativos: «las personas beneficiarias han de convertirse en actoras», como siempre advierte Ana Hernández Serena, una de nuestras referentes desde su Creas Impacto.

Actualmente nos encontramos en la fase de despliegue del Plan donde la aportación ciudadana resulta fundamental para priorizar aquello ejes por dónde arrancar, en la que toda buena práctica es bienvenida para inspirar las acciones para acometer los retos más relevantes para la ciudadanía malagueña. ¿Te subes al carro del Plan de Innovación Social? Aquí te dejamos la primera parada: www.innovacionsocialmalaga.es