El Gobierno ha aprobado la ley que regula el teletrabajo. Y nos ha pillado en casa. Que es donde la inspiración llega, pero tiene que pillarte teletrabajando. Antes de la pandemia teletrabajaban un 5% y ahora lo hacen un 16%. No son legión pero hacen ruido en casa. Un 16% menos en las carreteras, buses y metros. Un 16% menos en las oficinas. El bar con menú del día chapa, en Londres una cadena de tiendas de sandwiches, con tres mil empleados, se ha ido al garete. Nuevos tiempos. Pros y contra. El teletrabajo es como el whisky malo: hay que combinarlo. Es una lata acudir todos los días al tajo, pero resulta pernicioso a la larga quedarse siempre en casa. A unos, el teletrabajo les engorda, ahí es nada tener la nevera a tres metros. Los hay que no pueden teletrabajar, mensajeros, fontaneros, actores de teatro. El teatro, que es el único medio de comunicación que no te lo puedes bajar de internet, es paradójicamente el que siempre está en crisis. Trabajar cansa, que decía Pavese, laborare estanca, pero a veces con el teletrabajo te quedas estancado. Pierdes vida social, te pierdes los chistes de Gutiérrez, los chascarrillos de López y no puedes vigilar de cerca al trepa de Ansuátegui. Dispersados cada cual en su covachuela, se pierde esa fuerza e inteligencia colectiva que tanto beneficia a ciertos productos. En estos momentos hay un ingeniero diseñando un puente pendiente de una lavadora. Un periodista redacta su columna en pijama y un abogado abre a media mañana una lata de aceitunas para estudiar mejor un caso.

Qué sentirán todas esas sillas de empresas y oficinas que han sido calentadas tanto tiempo. A qué temperatura estarán ahora esos reposaculos. Igual que a veces lo mejor del sexo es el cigarrito de después, lo mejor del trabajo de toda la vida era, por ejemplo, las cañitas el viernes al salir. Ahora el compadreo oficinesco va por whatsapp. Más preocupados están, claro, los que no tienen curro, trabajo, ocupación. Darían lo que fuera, menos dinero, que no tienen, por un trabajo o teletrabajo. Los mejores malos tiempos están siempre por llegar. Hay que aclarar la voz por si el jefe llama tan temprano y seguiremos afinando a ver si el café nos sale tan bueno como el del café que hay debajo de la oficina. El Gobierno ha regulado el teletrabajo. Veremos a qué distancia de la realidad.