Los intentos de comunicación de los animales son un misterio, incluso en los domésticos. Tristán, un listo y digno Bichón Maltés de 7 kilos es comedido: se queda mirando un rato, y solo si no hay reacción pasa a la fase de dar golpecitos con una pata, cada vez más enérgicos. El gesto hay que interpretarlo según momento y circunstancia. Las orcas que acosan a embarcaciones en el Cantábrico habrán estado dando vueltas, sin encontrar reacción, antes de empezar con los golpecitos contra el casco, cada vez más fuertes, solo que en este caso son 5 toneladas o más. Puesto que en principio no atacan al hombre solo falta aplicar la dieta de los emperadores de Roma para el pueblo: panem et circenses. Así que o quieren que se les de comida o jugar un poco. En todo caso el afán de los animales por interactuar con los humanos suele ser bienintencionado: es casi seguro que no intenten domesticarnos.