Lunes. En mi barrio han abierto una cafetería muy moderna y para combatir el hecho de que sea lunes y por apoyar a la decaída, no será por mí, hostelería, bajo, cruzo la calle y entro en ella. Todo el mundo debería tener el derecho de oler algo que huela a nuevo al menos una vez a la semana. Mucho espacio. Mesas acogedoras. Dan ganas de fundar una tertulia. Los camareros van uniformados. Ahora hay poca gente pero en un rato llegará el bullicio. Una señora con el carro de la compra pide dos churritos, una pareja joven se hace carantoñas, una mesa larga es ocupada por ocho oficinistas, creo yo que son oficinistas. Qué manía tiene la gente con no ir vestida de lo que es. Un señor lee el periódico. Digo yo que será un señor. Lo mismo es un truhán. A los periódicos les iría mejor si hubiera más lectores truhanes que políticos. Entra y sale gente y el encargado se acerca a mí a preguntarme cómo estoy. Supongo que es una pregunta retórica, una pregunta de encargado de cafetería en su primer día, una pregunta de relaciones públicas. Le digo que bien, gracias, pero el audaz que llevo dentro sale (no volverá a salir en toda la semana) y dice: hace calor, podría poner el aire. Por supuesto, señor, me contesta. Qué sabrá él si soy un señor o un pelanas. De hecho, voy algo despeinado, con una camiseta y pantalón corto. Podría ser un tieso con dificultad para pedir un segundo café. Pero así es el primer día de una cafetería, te ponen el aire. A los tres o cuatro minutos me noto en la temperatura adecuada. Pienso nombre para la posible tertulia. El declive. O tal vez, La peña. Quizás Los formidables. Parece que estoy buscando nombre para un cuarteto pop. Nos juntaríamos los miércoles a las ocho de la tarde. Los jueves es que todo el mundo presenta un libro y los viernes la gente está de cachondeo. Los lunes no deberían existir y total, te plantas en el martes que es el día en el que hay que convocar a los contertulios. Sería una tertulia para rajar mucho, claro. Para poner verde a los poetas, amarillos a los políticos y hasta despotricar del alcalde y del gobernador si hubiere, que ahora se llama subdelegado del Gobierno. Podrían llamarse piedra pómez o mermelada triste, daría igual, nadie los conoce. Antes los gobernadores reprimían, te mandaban a la poli, daban entrevistas, prohibían manifestaciones y claro salían en la prensa y la gente los conocía. Prefiero estos tiempos. La tertulia empezaría a las ocho y hasta las nueve no podría irse nadie pero a las doce como máximo se daría por clausurada.

Martes. Porra de naranja y atún a la parrilla en La vikinga, en Monte Clavero, Málaga. El histórico restaurante que estuvo frente al cementerio inglés y que se trasladó aquí hace años. El atún es excelente, delicado, bien cortado, crujiente por fuera. Mi hijo le da un sobresaliente a la hamburguesa. Una de las mejores (huevo frito encima) que puede comerse en la provincia.

Miércoles. Intercambio impresiones con Juan Gaitán sobre el libro que Marino Gómez Santos le ha dedicado a González Ruano. Gaitán ha escrito una crítica en este periódico que resulta inteligente y certera. A ambos, coincidimos, el libro nos ha dejado un regusto, un sabor de boca un tanto raro. Se las trae el grandísimo articulista.

Jueves. Al fin va a poner en el paredón de Pintor Nogales, Málaga, un mural o lo que sea, con el texto de Ciudad del paraiso, el poema de Vicente Aleixandre. Esto fue una idea de Mariano Vergara, que me envía un fotomontaje de Nacho Alcalá en el que Aleixandre le da las gracias. «Gracias Mariano por acordarte de mí». Málaga tiene un premio Nobel, a ver si nos enteramos ya. Porque, ¿dedicarle también un museo o un algo, no, no? En Madrid hay un grupo que promueve el adecentamiento de su casa, la legendaria de calle Velintonia 3, en ruinas. No les hacen ni puro caso.

Viernes. Desayuno en el Central con mi querido amigo el poeta Manuel Salinas, que saca 'Invencible verano', en edición bilingüe español e italiano. Un monumento a la sensibilidad. Hablamos de lecturas, de poesía. De palabras. Chisgarabís por ejemplo. Tengo que meterla en una columna. Ya.