A Fernando Simón no le apetece hablar de sus vacaciones. Normal. Vete tú a darles explicaciones de tus apasionantes días de descanso a contribuyentes que acaban de ser pseudoconfinados después de un veraneo en el pueblo, en el mejor de los casos. Haciendo un alto en la desescalada del estado de alarma, el doctor Simón se fue a hacer surf a Portugal y llegó la segunda ola. Después se fue a Mallorca para montar en globo y hacer submarinismo, y esperemos no naufragar ni que los barrios pobres de Palma y de Madrid salten por los aires de indignación. Cuando le preguntaron el lunes los periodistas por sus fotos molonas en neopreno y en bici de montaña, el coordinador del Centro Nacional de Alertas y Emergencias Sanitarias zanjó molesto en rueda de prensa: «Mis vacaciones son mis vacaciones y no las comento», pero esa es una verdad con matices. En Cuatro, el canal a cuyo espacio de aventuras Planeta Calleja consagró sus vacaciones, ya puede verse un avance del programa con el «invitado especial» Simón, que comenta lo que haga falta para vender el producto. «Estas vacaciones las he cogido porque realmente ya no daba para más», desvela en el anuncio. Nos lo temíamos, más que nada por la curva, la espantosa deriva que está tomando la pandemia de nuevo y todas esas noticias internacionales que ponen a España como uno de los peores países del mundo en hacerle frente. Si no puedes con ella, aléjate de ella por tierra, mar y aire.

Con las vacaciones supermegapijas del doctor Simón en la Mallorca de los miles de ERTES me he acordado de la famosa frase de Letizia en el Club Náutico, «¿pero a ti esto te parecen vacaciones?» Seguro que comparadas con los paseos por casas museo, cooperativas, escuelas de integración, fábricas de queso y centros sociales de este año, mascarilla en ristre y sin poder salir ni a cenar, con el suegro en paradero desconocido, aquellas jornadas marineras a la Reina le parecen un sueño. Debemos creernos que unas vacaciones pagadas por una productora de televisión a un alto cargo público sanitario, y grabadas para ser emitidas en horario de máxima audiencia son un asunto privado, como en su momento aceptamos que la familia de Felipe VI sufría tanto en su estancia en Marivent que había que sufragar sus viajes exóticos a destinos secretos.

Digo yo que una de las pocas libertades que nos van a quedar en este otoño que empieza entre la incertidumbre y el cumplimiento de los peores presagios es la de dudar del criterio del tipo que está a los mandos de este problema gigantesco y que, teniendo el patio como lo tiene, hace un paréntesis para ir a grabar un reality show. Una pena que Cuatro no se lo llevara a Nueva Zelanda o a Corea del Sur para que se trajera como souvenir alguno de los remedios que estos países han usado para frenar el coronavirus. «Hemos tenido unas tertulias muy interesantes sobre qué cosas se han hecho bien, y qué cosas se han hecho mal, qué va a pasar y cuándo va a terminar esta pandemia. Hay conversaciones muy interesantes con las que yo mismo me he quedado impactado», asegura el carismático Jesús Calleja sobre el programa. ¿Que saben cuándo va a acabar? Pues mejor no nos lo cuente en rueda de prensa, doctor Simón, no nos vaya a hacer un spoiler.