Han inhabilitado a Torra. Me asomo a la ventana a ver si se ha acabado el mundo pero veo a uno de mis vecinos paseando a su perro; veo a dos chicas guapas, a unos obreros, a un hombre con maletín y atisbo un cielo indeciso. Como para hacerle un soneto o unos versillos, versos con nubes. Refresca. Han inhabilitado a Torra y la vida sigue. Torra se irá, no sin antes hacer mucho ruido y montar una parafernalia megalómana. Parece que se ha diseñado una puesta en escena, para salir de escena, consistente en que salga muy tieso y derecho, muy digno, de la sede de la Generalitat con los mossos haciéndole el paseíllo y sus consejeros aplaudiendo. Igual llaman a la tuna. No sabemos si Torra va a pasar a la historia como mártir, como ponelazos, como un president de transición o como un editor infame. El caso es que lo inhabilitan no por no quitar unos lazos. Y sí por incumplir la Ley. En pleno periodo electoral se negó a que las instituciones fuesen neutrales. Un mal demócrata sin duda. Dicho sea esto sin ánimo de hacer leña del árbol inhabilitado. La raíz del independentismo está fuerte pero no paran de salir de ella arbustos frágiles, partiditos, siglas que se multiplican, camaradas que se pelean y se escinden y se tiran los trastos a la cabeza. Todo muy español. Las reacciones a la inhabilitación no se han hecho esperar pese a que yo no las esperaba. Demasiada gente que cree que no podemos vivir sin su opinión. Usted mismo tal vez no necesite la nuestra, aunque ya que está ahí con su café y hemos entablado esta charla no es plan de abandonarla. Lo de Torra es año y medio. También Artur Mas tuvo problemas con la justicia. La Justicia y el tiempo van devorando presidentes de la Generalitat. El virus también devora liderazgos. Lo suyo es convocar elecciones. En Cataluña. Es decir, que el show continúe. En un último acto de rebeldía parece que ha decidido no firmar la notificación que lo inhabilita. Ahora esto es ser rebelde. Pues no firmo. Como cuando te llega una multa de tráfico. El sustituto de Torra será Pere Aragonés. El catalanista de más alto rango se apellida Aragonés, lo cual no sabemos si es un guiño del destino a la vieja corona de Aragón o una demostración de que da igual tu origen: el nacionalismo puede infectarte en cualquier momento. Un mártir más el Torra. Solo mártir, habiéndose creído Dios. Todopoderoso.