¿Se imagina el lector que, pese a todo lo que los estadounidenses han terminado sabiendo de su carácter y sus falsedades, Donald Trump fuese reelegido frente al demócrata Joe Biden en las elecciones del 3 de noviembre y fuese el primero de una nueva dinastía: algo así como la de los Kennedy en su tiempo?

Nada parece hacer mella en el Donald: la mitad del país, que le sigue ciegamente, acepta que la engañe con sus falsas promesas y sus mentiras sobre el coronavirus, puestas de manifiesto en el libro que acaba de dedicarle el famoso periodista Bob Wodward, sobre la recuperación económica o sobre el cambio climático. Trump es un cínico a quien nada parece hacerle mella.

Los republicanos confiaron de nuevo en él como su única baza para no perder la Casa Blanca sin que parezca importarles todo lo demás: su insufrible egolatría, su despotismo, su abuso incesante de las instituciones democráticas, empezando por la que él mismo representa, sus continuos insultos a los periodistas, su intolerancia de cualquiera que le contradiga, sus repugnantes halagos a toda laya de dictadores, sus críticas a los aliados, su desprecio total de la ciencia.

Nada importa. Quien fue su director de la anterior campaña presidencial, Brad Pascale, pronosticó hace meses que los Trump «serían una dinastía que durará años y que transformará al Partido Republicano en uno totalmente nuevo». Y, de seguir el Donald cuatro años más en La Casa Blanca, esa profecía amenaza con convertirse en realidad.

Porque hay alguien que quiere seguir los pasos del presidente, el conocido como Don Jr, de 42 años, también empresario y personalidad de televisión como su padre, con quien trabajó ya en el programa de telerrealidad 'El Aprendiz' - escaparate del capitalismo más despiadado - y a quien The New York Times ha caracterizado como «provocador» y «defensor ardiente del trumpismo».

Don Jr dio ya de qué hablar a propósito de sus entrevistas con líderes supremacistas blancos o por su estúpida dedicación a retuitear las teorías conspirativas más delirantes, algunas de ellas sobre los Clinton o en torno al conocido inversor financiero judío de origen húngaro George Soros. Llegó incluso a acusar de «pedófilo» al exvicepresidente Biden.

Hace tres años estalló un escándalo cuando el New York Times informó de Don Jr se había reunido con una abogada rusa para que le pasara material comprometedor sobre la entonces candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton. Fiel a su padre, aquél reaccionó acusando a la prensa de tratar de ensuciarle con sus mentiras.

Twitter incluso le castigó en una ocasión simbólicamente al prohibirle mandar vídeos durante un día después de que retuitease uno en el que se veía a una doctora de Houston recomendando la hidroxicloroquina para tratar el Covid-19 y criticando el uso de mascarillas.

En la reciente proclamación de su padre como aspirante a repetir en la Casa Blanca, a diferencia del tono más moderado y empático elegido por su hermana, Ivanka, al parecer la preferida del padre, Don Jr utilizó un estilo insultante, calificando a Biden de «rey del pantano». Pantano es la metáfora elegida por Trump para hablar de la corrupción que existe en la capital política del país.

También fiel al estilo impuesto por su padre, el júnior acusó al Partido Demócrata de querer convertir al país en una dictadura de la corrección política y advirtió de que, de producirse en noviembre un relevo en la Casa Blanca, ya no «habría una mayoría silenciosa, sino una mayoría silenciada».

Don Jr es además, como su hermano Eric, un aficionado a la caza mayor, y así hace cuatro años se publicaron fotos en las que aparecían ambos junto a animales a los que habían dado muerte en un safari, entre ellos un elefante, un búfalo y un leopardo. Lo que no es un hándicap, sino todo lo contrario, en un país que adora las armas de fuego y en el que el poderoso lobby que promueve su uso, la Asociación Nacional del Rifle, financia campañas electorales.

A diferencia de su hermana Ivanka, a Don Jr parece importarle un bledo lo que pueda pensar de él los liberales. Le basta con tener prácticamente a su servicio, como lo tiene su padre,a la emisora derechista Fox News y a sus comentaristas más ultras, entre ellos, Sean Hannity, a quien siguen con auténtico fervor de 'groupies' los incondicionales del Donald.

Hay quien ya le aconseja empadronarse en Florida para poder presentarse más tarde a gobernador de ese Estado y desde allí intentar la escalada a la Casa Blanca en caso de victoria de su padre. Otros dicen que de momento está sólo volcado en esa reelección y que ya se verá después.

Y efectivamente de que el Donald salga o no reelegido para cuatro años más en la Casa Blanca dependerá no sólo ya la carrera política del júnior sino, lo que es más importante, la futura orientación de un partido que, como el doctor Fausto de la leyenda parece haber vendido su alma al presidente más tóxico de la historia de ese país.