Desde Antequera hasta Nerja, haciendo trasbordo en la avenida de Andalucía y la plaza de la Merced; Málaga y su provincia, en esta época de futuro aleatorio, vuelven a mirar a su pasado gracias a los vestigios y grandes hitos arqueológicos que se están hallando.

Comienzo el viaje a este tiempo pretérito desde el enclave que concede perfil a la ciudad del Torcal, la Peña de los Enamorados -la de los jóvenes amantes Tello y Tagzona-, donde el Consistorio antequerano colabora con un equipo de la Universidad hispalense en los trabajos de excavación de un nuevo dolmen que «podría ser anterior a Menga». Este monumento podría configurar parte de un lugar sacro para las colectividades neolíticas de la zona preexistentes a la construcción del dolmen de Menga.

Camino de la pedanía de Maro, cruzo por la avenida de Andalucía, anexa a la calle Nazareno del Paso, donde se ha desenterrado parte de la muralla medieval. Las exploraciones en este sector han dejado vislumbrar «una ciudad tras otra, superpuestas» en el transcurrir de más de ocho siglos, desde la medina musulmana del siglo XI hasta los restos de la Málaga decimonónica. Paso por la plaza de la Merced y contemplo otro fotograma de romanos, musulmanes y cristianos en los cines Astoria y Victoria.

Concluyo mi periplo de testimonios en la Cueva de Nerja, con el hallazgo de un amuleto de plomo de data andalusí - tercer cuarto del siglo I d. C.- el cual permite dilatar la duración de la ocupación de esta maravilla natural de algar. Espero que todas estas huellas de nuestros albores se protejan y se muestren como epicentros para el reencuentro de los malagueños con su singular personalidad histórica. Así, las administraciones deben preservarlos y divulgarlos para que no se cumpla la sentencia de Miguel Delibes cuando nos advierte: «La cultura se crea en los pueblos y se destruye en las ciudades». Conciencia.