Pido disculpas por la expresión pero tengo la sensación de que vivimos, padecemos y estamos metidos en un carajal. Un cubanito diría ¡vaya carajo! que tenemos con la pandemia. Yo me quedo con la sensación, real por otra parte, de que no sabemos cómo salir del embrollo, con enredo creciente de los políticos y permanente confusión de quienes deben encontrar soluciones al que se ha dicho es el mayor problema al que se enfrenta la humanidad. No parece, sin embargo, que haya unanimidad en cómo atajar y tener soluciones viables para la pandemia en una situación que, en opinión de especialistas y avalados por los datos, lamentablemente, sitúan a España, en su conjunto, en el cuarto lugar del mundo en sufrir una segunda ola en condiciones que, al parecer, irá a más.

Con este panorama no se entiende que, sin base científica, la presidenta madrileña, Díaz Ayuso, se resista a aplicar las directrices aprobadas por el Consejo Interterritorial de Salud en el que se aprobaron, por mayoría de las comunidades. Aplicar medidas, entre otras, de confinamiento perimetral y restricciones a la movilidad y reducción de horarios y aforos en las ciudades de más de 100.000 habitantes y que se encuentren en riesgo grave para la salud de los ciudadanos. Díaz Ayuso, en su permanente enfrentamiento al Gobierno de Pedro Sánchez, ha decidido acatar pero al mismo tiempo iniciar un proceso judicial impugnando las medidas. Un error que el PP pagará en las urnas.

Díaz Ayuso, en su consabida huida hacia adelante, está poniendo en peligro no sólo a quienes viven en esta comunidad sino que puede ocasionar una cascada que pudiera llevarnos a un confinamiento como el que tuvimos al principio de la pandemia. La presidenta de la Comunidad de Madrid, en actitud frívola, ha adoptado una posición temeraria e irresponsable, enfrentándose a decisiones con base científica. Es más, son muchos los científicos que han dicho que las medidas adoptadas en el Consejo de Salud deberían haber sido más exigentes y más duras ante la gravedad de la situación y lo que está por venir. Díaz Ayuso hace más caso a su jefe político, Pablo Casado, que a los científicos, toda vez que el líder popular, una vez fracasada su estrategia de desgatar al Gobierno por la gestión social y económica, sigue emperrado en cercarlo con la pandemia. Poner la política por encima de la salud de los ciudadanos es una estrategia muy arriesgada que puede pagarla. Casado, además, no se da cuenta que manteniendo su apoyo a Díaz Ayuso a prueba de bomba ha conseguido que haya dirigentes y barones en su partido que dudan de esta estrategia y ha abierto una guerra, ya abierta, con Ciudadanos, partido que tendrá que mojarse, dar la cara y desligarse de esta política suicida, pese a que hasta ahora el vicepresidente Aguado (Ciudadanos) es cómplice de Ayuso en una estrategia desbocada.

Hablando de la pandemia con acrisolado representante del seny catalán me apuntaba que en su tierra está instalada una pandemia que no quita vidas pero que cercena voluntades, abre profundas grietas sociales, separa familias y aflora lo peor de un pueblo que, históricamente, ha sido sereno, sensato, atrapado por su tradicional sentido común; tierra donde no sobra nadie, integradora, con capacidad para diseñar y trazar su camino sin abrir heridas separatistas que frustran a la sociedad. Reflexiones en voz alta de este catalán que llegó a la Costa del Sol, a principios de la década de los años setenta el mismo día en que el Tribunal Supremo inhabilitaba al presidente de la Generalitat Quim Torra, personaje nefasto, históricamente llamado a desaparecer porque se perdió en su marasmo independentista, incapacitado como gestor, salvo en su lucha estéril para provocar permanente tensión con España, en lo que tenía habilidad extrema. Cataluña gana con su inhabilitación. Ahora queda el exilado de Waterlo Puigdemont. Los catalanes tendrán la palabra sobre su futuro el 14 de febrero del año que viene, fecha en que están convocadas las elecciones.

P.D.- (1) Hay que pedirle al consejero de Salud, Dr. Aguirre, que se prepare mejor sus apariciones en público. Andalucía no se merece tener un consejero que está siendo el hazmerreír de toda España.

(2) Las nuevas revelaciones de la incontinencia verbal del excomisario Villarejo tienen al PP y a Pablo Casado de los nervios. La contundencia del portavoz del PSOE en esta materia, el diputado jienense Felipe Sicilia, abre las puertas a profundizar en el destino de fondos reservados. A Vox y Ciudadanos esta comisión les viene de perilla.