Unos días cálidos tras el temporal generan gran cantidad de mosquitos, y devuelven su actualidad a las noches. Se usa la expresión 'cerebro de mosquito' para decir de alguien que lo tiene mínimo, pero una mente animal no se puede medir por el número de neuronas, regla típica del supremacismo humano, pues vive conectada al cerebro general de la vida (su 'nube', para entendernos). Verlos moverse, eludir ataques, guarecerse, fingir que se han ido, dejarse caer en vertical para evitar la acometida o encontrar la esquina o dobladillo más inaccesible a las miradas, revela una astucia superior; y ese momento en que, mientras dormimos, zumban junto al oído para incitar al manotazo, para luego simular con su silencio que hemos hecho blanco, regresando con eficacia cuando henchidos por la victoria hemos caído otra vez en el sopor, denota la capacidad estratégica de todo un estado mayor.