Estados Unidos es sin duda el lugar más rico del mundo, pero su enorme desigualdad y sus pozos de pobreza, que afecta sobre todo, aunque no exclusivamente, a las minorías afroamericana e hispana, le asemejan en ciertos aspectos, pese a su poderío militar y económico, a países de los que antes llamábamos del Tercer Mundo.

Mencionemos sólo algunas estadísticas: 1989, año en que cayó el muro de Berlín, un 90 por ciento de los estadounidenses poseían aproximadamente un tercio de la riqueza total del país mientras que tres décadas más tarde, ésa ha caído al 23 por ciento.

De modo paralelo, si entonces el uno por ciento de los más ricos acumulaban un 30 por ciento de esa riqueza, hoy ésta llega a un 40 por ciento, lo que no significa otra cosa que se ha producido, bajo gobiernos tanto republicanos como demócratas, una redistribución de abajo hacia arriba: puro y duro efecto de las políticas neoliberales.

La sociedad norteamericana se ha vuelto más injusta, con un sector de la clase media blanca, sobre todo la profesional, que se ha visto beneficiada frente a otro, sobre todo los obreros industriales, que ha visto cómo se hundía su mundo y se ha vuelto vulnerable a la falaz retórica populista de Donald Trump.

Estados Unidos no es ese crisol de razas del que hablan los propagandistas del "sueño americano", algo que no es sino puro espejismo, sino que se trata de un país cada vez más dividido internamente donde el incremento demográfico de las minorías es visto por la todavía mayoría blanca como una seria amenaza.

Los afroamericanos representan actualmente poco más de un 13 por ciento de los ciudadanos de aquel país mientras que los hispanos llegan a un 18,5 por ciento aproximadamente, porcentajes que no dejan de crecer de modo que, según algunas proyecciones, para mediados de siglo, los blancos se habrán convertido por primera vez allí en minoría. De ahí la creciente angustia de tantos votantes de Trump.

Votantes que no dejan de armarse : ¿acaso en previsión de una nueva guerra civil?. Tres de cada diez estadounidenses, sobre todo blancos, están en posesión de un arma de fuego, y el número total de éstas se calcula en 400 millones, es decir más de los 328 millones de ciudadanos de aquel país.

Los datos sobre víctimas de ese tipo de armas son aterradores: cada año mueren más de 30.000 personas, suicidios incluidos, a consecuencia de su uso. Y son frecuentes las noticias sobre masacres imputadas a algún ciudadano rabioso o desequilibrado.

A todo ello hay que añadir la situación carcelaria: Estados Unidos encabeza, muy por delante de China, la lista de países con mayor número de reclusos: son más de 2,1 millones y de ellos un 33 por ciento son afroamericanos frente a un 30 por ciento de blancos pese a que, como escribimos antes, los primeros representan sólo un 13 por ciento del total de población.

Uno de cada veinte jóvenes negros se encuentra recluido en alguna cárcel estatal o federal, aunque en centros urbanos con gran población afroamericana como Los Ángeles, Filadelfia, la capital federal o Baltimore, los porcentajes son muy superiores. Los afroamericanos tienen además el doble de probabilidades que los blancos de morir a manos de la policía.

Esas enormes disparidades se dan también en el terreno laboral: el desempleo entre la población negra duplica también al de sus compatriotas blancos y la desigualdad afecta incluso a quienes han tenido la misma formación académica: los empleados negros graduados ganan mucho menos que los blancos.

Esas diferencias afectan también a la salud: así, la mortalidad infantil era entre los afroamericanos de un 11,4 por mil nacimientos en 1916 frente a un 4,9 por mil en la comunidad blanca, según estadísticas de los Centros de Control de Enfermedades.

Las condiciones socioeconómicas en las que vive la población de color afectan muy negativamente a su estado de salud y generan muchas veces hipertensión, obesidad y diabetes, a lo que hay que añadir el hecho de que un 19 por ciento de los afroamericanos carecen de seguro de salud, lo que se ha reflejado, por ejemplo, en el número de muertos a consecuencia de la actual pandemia.

Así, por ejemplo, en Chicago, donde la comunidad negra representa el 30 por ciento de la población, sus víctimas mortales por culpa del Covid-19 llegan al 30 por ciento, según la BBC. Y podríamos continuar.