El Gobierno dice que vienen semanas complicadas. El Gobierno no da ánimos. Falta un Ministerio del Optimismo. El ciudadano intenta atender a lo que dice el Gobierno pero habla María Jesús Montero y habla Yolanda Díaz e Irene Montero y Pablo Iglesias. Ayer sin ir más lejos. Y algunos más. Mucho hablar, muchos mensajes y la curva sin doblegar. La ministra de Trabajo afirma que ya está regulado el teletrabajo, o sea, que habría que decir ministra de teletrabajo. El teletrabajo nos ha pillado en paro o en casa, los restaurantes de menú del día cascan, las aceras se despueblan, los locales se venden o alquilan y bajan los usuarios del transporte público. La gran pregunta es dónde va tanta gente en coche. En ocasiones veo atascos. En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, Montero ha fiado a la «corresponsabilidad» y al «comportamiento» individual que España esté «en mejores condiciones para afrontar la fase y doblegar la curva». O sea, ahí lo lleváis ciudadanos. Montero también cree que las medidas de confinamiento perimetral son lo mejor. Así que, como salvo para dar ventajas fiscales o fueros, el estado de las autonomía tiende siempre al café para todos, atisbamos confinamientos perimetrales, azules, rojos, filatélicos o lucenses, de todo tipo, para muchas zonas de España. No es agarraos que vienen curvas. Es la curva que nos arrolla y no se aplana. Es una curva, en singular, sibilina y asesina, acongojante y con Gobierno y gobiernitos regionales engolfados en la pelea política, los zascas y las redes sociales. Ministros y consejeros que viven en Twitter. Rufián acusa a Ayuso de traficar con la salud de los madrileños, pero no sabemos desde cuando a un indepe catalán le preocupa Madrid. Rufián podría ser en el futuro un aceptable líder de la izquierda española, pero le puede la boca, la bravuconada, el dislate tuitero. Madrid lo amansa y vuelve el lunes de Barcelona hecho un faltón y con dos kilos más. Hay más ruedas de prensa que ventanas. Da rueda Almeida y da rueda Salvador Illa, un filósofo puesto a manejar datos. Tenemos más titulares que vacunas, más proclamas que pece-erres. Pero erre que erre. Si alzamos la vista vemos las medidas restrictivas que se toman en Francia y otros paises. Pero el ruido no deja ver. Por eso quitamos la radio cuando vamos a aparcar.