No resulta correcto citar un libro de poesía ('La mentira es una flor', de Leopoldo María Panero) que aún está llegando a las librerías y del que solo ha leído uno varios poemas adelantados por un diario; pero vamos allá. La verdadera actitud poética consiste en acercarse al vacío sin línea de vida (para hacerlo atado está la filosofía), y el Panero en cuestión hizo de esa actitud, y del espanto al que lleva, un modo de existencia, cayéndose al vacío del psiquiátrico a cada tanto. Su poesía es un mineral áspero que a veces parece deshacerse en las manos, pero entre el que hay refulgentes diamantes que debió de traerse del otro lado. Descubrió que aunque las palabras, golpeadas con fuerza, abran un mundo detrás del aparente, esa apertura también es apariencia, y las palabras cierran. Uno de sus versos-diamante (en el libro citado) lo resume así: el poema es un féretro para no soñar.