Casado se divorcia. Se acabó el misterio. No es no. El líder del PP emerge como referente de la derecha homologable y, por ende, poco se ha dicho, también le come terreno por el centro a Ciudadanos. Pablo Casado dio un discurso potente y sólido, feroz y contundente cantando las cuarenta a Abascal. Y las cincuenta. «Hasta aquí hemos llegado», le espetó como quién reconviene con la paciencia rebosada a un sobrino que lleva dos horas bebiéndose tu whisky. Sánchez sale reforzado, la coalición de Gobierno toma oxígeno y se ensambla y Vox queda arrinconado. Tenemos Sánchez para rato, dicho sea como mera descripción. Muy interesante sería ahora un sondeo electoral que nos aclarase cómo es, si es que es, el corrimiento de votos, el resituamiento, de los votantes de eso que se da en llamar centro derecha, lugar en el que se arremolinan las siglas y también las ideologías, del liberalismo simpaticón al rancio conservador, del centrista que no sabe que es de derechas al democristiano, el apolítico, el nostálgico o el reformista.

Nada más perder la moción de censura, porque las mociones salvo si eres killer Sánchez, se pierden siempre, Abascal enfurecido le dio una patada a la pelota: se rompen las negociaciones para elaborar los presupuestos en Andalucía, Comunidad en la que apoya externamente el Gobierno de coalición entre populares y naranjas. Y será más beligerante/vigilante con el PP en Murcia y Madrid. Ayer mismo había prevista una reunión de los dirigentes de Vox con el consejero andaluz de Hacienda, Juan Bravo, que puede esperar sentado. Para Vox, las palabras de Casado han traspasado líneas rojas (qué obsesión con los rojos) y por tanto suspenden sine die la negociación. En política, «nunca» es a lo mejor y «jamás» es tal vez. Pero sine die lo dicen los políticos que saben latín y tienen rencor, que a fin de cuentas es una forma como otra cualquiera de memoria. Habrá nerviosismo en el PP andaluz, claro, ya de por si poco casadista. A Soraya Sáenz de Santamaría apoyaron los que ahora cortan el rodaballo y el bacalao en la Junta de Andalucía. Pero Vox en esta Comunidad amaga mucho e intimida pero no rompe. No sabemos esta vez qué pasará, Susana Díaz puede empezar a tener sueños de poder. Lo que nos faltaba ahora son unas elecciones. No hay Gobierno sin presupuestos, aunque Sánchez lleve dos años con los de Rajoy.Sánchez es siempre la excepción y ahora estará castigando a una botella de cava. La herida que Pablo Casado ha infligido en el costado de Abascal es de muy incierto pronóstico. De los grandes amores nacen grandes odios pero no es menos cierto que lo mejor de los afines son las reconciliaciones.

El PP andaluz, con toda seguridad, se apresta a hacer guiños a Vox para lograr presupuestos. Su reacción no se hizo esperar. De hecho, nunca hay que esperar su reacción, dado todo lo que hablan de continuo todo el tiempo y de todo los consejeros andaluces. Tanto hablan que el silencio habitual del presidente engrandece cada vez más su moderación. Es moderado sin hablar. Nubarrones políticos en España. Borrasca en Andalucía. La noticia es que las turbulencias brutales ya no representa una novedad en la política española.