El presidente se había levantado más temprano que nunca. Quería organizar a la perfección la agenda de los próximos días. Quedaban apenas dos semanas para las elecciones y eran las fechas en las que más se jugaba de toda su vida. Después comentaría los detalles con su jefe de gabinete. Tenía pensada una visita de un líder internacional de relumbrón a la Casa Blanca, una tormenta de tuits en el fin de semana, tres viajes relámpagos a estados clave, uno de ellos a su querida Florida, buenas noticias sobre su estado de salud…

La residencia familiar está situada en la segunda planta del número 1600 de Pennsylvania Avenue de Washington, y a esas horas, las cinco y diez minutos, todavía era noche cerrada. Recordaba algo que le habían contado el día anterior. El plan original de los atentados del 11 de septiembre de 2001 incluía secuestrar 12 aviones, uno de los cuales tenía que impactar donde él estaba ahora mismo, en la Casa Blanca. Pero el plan era tan complejo que se redujeron a cinco los objetivos, y aquel edificio ideado por George Washington seguía siendo uno de ellos. ¿Qué ocurrió? Pues que el terrorista Zacarías Moussaoui, que iba a pilotar el avión destinado a su despacho, fue detenido en agosto debido a cargos de inmigración y así el blanco desapareció de los planes de Al Qaeda.

Melania estaba durmiendo en otra habitación. Evolucionaba muy bien, aunque tosía un poco. Su pelo, ni en la cama estaba desordenado. ¿Qué les tendría reservado el día 3? El presidente estaba seguro de contar con un gran apoyo popular, las incógnitas del voto por correo y del nivel de abstención sí le perjudicaban, pero su contrincante era tan malo, creía él, que se lo había puesto fácil, y si volvían los disturbios del Black Lives Matter… entonces, subiría como la espuma.

Allí cerca estaba la sala oval amarilla -que se abre al balcón Truman-, el dormitorio principal y una pequeña cocina, a la que se dirigió para servirse una taza de té. Todo estaba saliendo bien y le daba gracias a Dios de haber superado la maldita enfermedad que había venido a estropearlo todo, principalmente el gran crecimiento económico y el número de empleos creados. Se sentía fuerte y con muchas ilusiones. De sus próximos no podía fiarse del todo, le habían mentido tantos y durante tanto tiempo… Si ganaba, ya sabía qué equipo iba a formar, los mejores estarían a su lado. Es verdad lo que le había leído a Brian Greene, que nadie puede predecir cómo se desarrollará su vida pero que, sin embargo, su destino último es siempre inevitable. Se acordaba ahora de eso porque una de las frases que había empleado en uno de sus mítines, con poco aforo dadas las circunstancias, era por qué sus oponentes siempre tienen la muerte entre sus asuntos, como en los casos del aborto y la eutanasia, y la gente prorrumpió en aplausos, lo mismo que cuando de él decían que apoyaba a los supremacistas blancos los demócratas de Biden se ponían en pie y expresaban su alegría. Lo que pasa es que estaba solo -si exceptuaba la Fox de su viejo amigo Murdoch- y contra todos los medios de comunicación, pero esa era también una de las claves de su éxito, se sentía como el coronel Custer al frente del Séptimo Regimiento de Caballería asediado de sioux, cheyenes y arapahoes en Dakota.

En aquellos momentos, ya clareaba en el horizonte y aunque no le llegaban los ecos del tráfico sabía que miles de compatriotas se echaban a la calle con sus vasos de plástico de café para dirigirse a sus lugares de trabajo. También a esa hora, se producía el relevo en el Servicio Secreto, él era para ellos Mogul (Magnate), le hacía gracia el nombre que le habían asignado. Bajo sus 110 kilogramos, las columnatas de Jefferson eran un hervidero de conexiones cifradas. Una llamada entró por uno de los teléfonos, de color gris. Jefe, las encuestas dan una diferencia a favor del tío Joe de 7,5 puntos. El presidente contestó. Me preocuparía si no fuera así. Y sonrió.

Emily Dickinson, de Massachusett, había escrito:

La inconfundible conexión del Almacon la inmortalidadse revela mejor en el Peligroo en el Desastre súbito -como el Relámpago sobre un Paisajedesvela Vastedades del Espacio -que no se sospechaban - salvo por el Fulgor -por el Chasquido - y lo Imprevisto.