Hay agua en la luna. La noticia fascina. Es hipnótica. Nuestra curiosidad está en cuarto creciente. No sabemos muy bien qué quiere decir eso de que hay agua. Hurgamos en el texto. Tal vez en busca de lunáticos, selenitas, extraterrestres. Pero no. Parece que es solo agua, lo cual no es poco. Agua helada, agua on the rocks. Agua vital para futuras exploraciones de terrícolas. Tal vez agua necesaria para establecer allí las primeras colonias. Que luego exigirían autonomía y más tarde la independencia. Pero no adelantemos acontecimientos, que a lo mejor nos extinguimos con este virus y no vamos a la luna ni a Marte ni al chalé de la sierra siquiera. De momento tal vez ni podamos salir de nuestra comunidad autónoma. La mía es grande. La suya quizás sea pequeña, pero ya todas son burbujas. Reclaman y reclaman competencias pero les da sustito ejercerlas.

A esta hora hay gente mirando el dedo en vez de la noticia de la luna. En otro tiempo, los voceadores de periódicos gritarían agarrando el mazo de ejemplares, ¡extra, extra, hay agua en la luna! Los viandantes soltarían una moneda y se llevarían el periódico para leerlo en el café, en el café de casa tras almorzar sopa de picadillo y filete de pollo o en la misma calle, asombrados. Alucinados. Alunados. Ahora hacemos búsquedas en el Google y los resultados sobre la noticia del agua nos inundan. El agua está helada pero la noticia no nos deja fríos. Uno de los yacimientos acuíferos parece medir cuarenta mil metros cuadrados, varias provincias de tamaño medio. Donde hay agua hay alegría.

Las ciudades se fundan junto a un río o cerca de la mar salada. Ahora es cuando alguien piensa en las pirámides del desierto egipcio, no sé yo cómo darían de beber a tanto esclavo sudando. El universo sigue haciendo sus cositas mientras en este planeta recóndito sus habitantes luchan contra una pandemia.

El agua lunar puede estar situada en lugares en los que nunca da el sol, con lo cual la temperatura es peor que en Soria en enero, pongamos por caso, es decir son rocas de hielo que pueden permanecer estables, así, durante miles de años. Hasta que llegue el hombre y quiera hacer cubitos o beber o extraerla para fabricar combustible. No sé yo. Aunque los científicos dicen que está todo más claro que el agua.