Confieso que ando confuso, que no tengo nada claro si sembrar de millones de bombillas las ciudades por Navidad, tal cual Málaga, es o no un acierto y necesidad en tiempos de pandemia, con las ciudades y los ciudadanos en estado deprimido, tristones y desorientados; hastiados y miedosos ante decisiones que no terminan por cercenar de raíz la pandemia. Es verdad que en todo ello puede haber un deseo, nada desdeñable, de inyectar en vena, aunque solo sea por dos meses, potente dosis de ilusión, esperanza y alegría; de por, al menos durante unas horas, los ciudadanos que pasean bajo el arco de luz sienten o noten que todavía hay esperanza para ganar la batalla al Covid-19, el virus que tiene asolada a la humanidad, aquí y en todo el mundo.

Ya digo que tengo dudas de si estos millones de euros gastados en sembrar luces en nuestras ciudades no estarían mejor gastarlos en ayudas sociales a los miles de ciudadanos que a diario hacen cola delante de los centros de asistencia donde recogen una bolsa con alimentos porque no tienen para comer; o que haya miles de ciudadanos que no tienen donde dormir y lo hacen al relente, con graves riesgos para su salud. Quizás habría que buscar un punto de equilibrio, reducir la iluminación, huyendo del vergonzoso espectáculo de mostrar quien la tiene más grande (la iluminación, digo) tal y como nos tiene acostumbrado el ínclito alcalde de Vigo, Abel Caballero. Me sorprende, eso sí, que se hayan alzado pocas voces para reflexionar sobre este hecho. Sí tengo una cosa clara: no me cogerán bañándome en luz; prefiero los Ángeles de la Noche.

A quien parece importarle poco o muy poco que la pandemia esté cercenando vidas y vayamos a peor es la señora Ayuso, la presidenta de Madrid. Esta señora es una tomadura de pelo, que busca protagonismo a costa de la salud de los ciudadanos, con tal de mantener un desenfrenado pulso al Gobierno de Pedro Sánchez, como si fuera capaz de derribarlo. Los asesores que le soplan al oído y le calientan los cascos, tal cual fuera Juana de Arco, la llevan a ser el hazmerreír de toda España. Esta señora sigue riéndose del Gobierno, lo que está en sus genes, pero que engañe y se ría de presidentes con los que se ha reunido para encontrar y tener puntos de coincidencia en la lucha contra el Covid-19 es para pensárselo no vaya a ser que los cables estén trocados. Ridícula Ayuso, por no decir otra cosa. Casado tiene la palabra en su pretendido viaje al centro.

Y nos hemos desayunado con espectacular crecimiento de la salud económica de España, con ciudadanos decididos a gastar más con la esperanza de que la acreditada fortaleza de la sociedad nos encamine a salidas tan deseables de creación de empleo, generar beneficios empresariales y promover con mayor fuerza la protección social de quienes más lo necesitan. Un proyecto de Presupuestos que apuesta por la expansión y por lo social; unos presupuestos de izquierdas y que, al parecer, podrá tener mayoría suficiente para ser aprobados en el Congreso. Excelente trabajo de la ministra María Jesús Montero, negociadora sin desmayo pese a que el partido socio del Gobierno, Podemos, se empecine en poner palos a la rueda de la sensatez, tal, cual ha hecho el asocial Echenique que debería preocuparse más de cumplir con sus deberes sociales que rebuznar incongruencias. Y de esta capacidad de diálogo, de buscar consensos, que es la base de la política seria, hay que sumar otra ministra, Magdalena Valerio, capaz como presidenta del Pacto de Toledo haber puesto a favor del viento a la mayoría de los partidos parlamentarios, excepto Vox y las abstenciones de Bildu y ERC. La ministra Valerio ha conseguido que un problema que se arrastraba desde hace casi 10 años haya entrado en vía verde.

En esto de los presupuestos, nunca llueve a gusto de todos. Para Carolina España, diputada pepera de corazón por Málaga, no responden a las necesidades que tiene Málaga. Lo mismo que le pasaba a los que llevaban la firma Montoro-Rajoy. Para España, este gobierno socialcomunista como lo tilda, con aroma de insulto, no cumple con Málaga, como tampoco lo hicieran los de Aznar, Zapatero y Rajoy. Por eso, quizás, el socialista Ruiz Espejo, le restriega contemplar un crecimiento del 30% y 200 millones de euros en inversión en los de Sánchez para Málaga.

P.D. (1) Teresa Rodríguez está que se sale, satisfecha y feliz porque ha conseguido lo que todo (a) antisistema y anticapitalista sueña: no vivir de subvenciones. Un ideal que se hará realidad al no poder tener grupo en la Cámara andaluza. Teresa en estado puro.

(2) Moreno Bonilla va de franciscano, haciendo de la humildad virtud principal, al reconocer que no se hizo todo tan bien en Andalucía. Si estaba para los honores, también debe estar para la penitencia.

(3) El ángel de la guarda, de nombre Marcelo, no parece vaya a librar al exministro pepero Jorge Fernández Díaz. Aunque lo niegue está hasta las cachas en el caso Kitchen, según se desprende de las declaraciones de su segundo ante el juez. Están por caer M. Rajoy y la Cospe. Al tiempo.