Entre los cambios de paisaje para después de la pandemia, debería estar el empoderamiento de los mayores, verdaderas víctimas de la egoísta inconsecuencia de muchas personas jóvenes. Si alguien se decidiera a elaborar un programa le diría que empezara por una reforma del Código Civil que reduzca drásticamente el actual porcentaje de la herencia (dos tercios) que la ley otorga de forma obligatoria a los descendientes directos. De ese modo la libertad para testar sería mucho mayor, con la respetabilidad práctica que este hecho lleva aparejada. Se trata de una norma obsoleta, que solo algunas autonomías han podido modificar con base en su derecho histórico, un agravio autonómico añadido del que curiosamente se habla poco. La cuestión no está en que el heredero pague menos al fisco por la herencia, sino en que el testador pueda disponer realmente de ella.