Lejos quedaba ya aquel 13 de mayo de 1902 cuando en el Estadio del Hipódromo de la Castellana, Madrid y Barcelona se verían las caras por primera vez en la historia. Por entonces, un joven zagal de apenas 7 años llamado Santiago Bernabéu, comenzaba a despertar una enorme pasión por aquel novedoso Sport llegado desde las islas británicas y bautizado con el nombre de football (balompié). Lo ejercería con enorme destreza y pasión, primero en el Colegio Alfonso XII de los Agustinos de San Lorenzo de El Escorial y posteriormente en la Sociedad Gimnástica Española, lo que con el paso de los años le llevaría a recalar en las filas madridistas en 1911. Curiosamente y por entonces, alternaba sus grandes dotes de goleador con las de valiente guardameta, convirtiéndole en un jugador verdaderamente polivalente. Su debut con el primer equipo se produjo el 3 de marzo de 1912, en un partido amistoso contra el English Sport Club y siendo el autor del gol del triunfo por 2-1 con apenas 16 años. Aquel fue el comienzo del idilio más apasionado que jamás haya existido entre un ser humano y un Club de fútbol.

Fueron muchas las tardes de gloria que desde entonces y hasta 1928 llevarían la firma del joven Santiago. Pero sin lugar a dudas la que sobresalió por encima del resto fue la llevada a cabo en las semifinales de la Copa del Rey de 1916. Madrid Football Club y F.C. Barcelona se medirían a doble partido -sin que valiera diferencia de goles- para determinar quién jugaría contra el Athletic, ya clasificado, la final.

El 26 de marzo de 1916, el Barcelona venció 2-1 al Madrid en el Velódromo de la Ciudad Condal, con goles de Martínez y Paulino Alcántara para los azulgranas y René Petit para los visitantes. En la vuelta disputada el 2 de abril en el campo de O'Donnell, los blancos lograron vencer por 4-1, con ni más ni menos que tres goles de Bernabéu (uno de penalti) y otro de Juan Petit.

Como la diferencia de goles por entonces no dilucidaba al vencedor de la eliminatoria, el desempate se jugó de nuevo en Madrid, en O'Donnell el día 13 de abril, en uno de los partidos más legendarios de la historia entre madrileños y catalanes. Belaúnde abriría el marcador para el Madrid. Poco después Bernabéu marraría un penalti, de cuya acción se resarciría en seguida al anotar el segundo gol madridista. Aun así, el Barcelona lograría anotar dos goles para llegar al descanso con empate a 2. Durante el transcurso del segundo tiempo, Sotero Aranguren volvería a errar otra pena máxima con la que pudo poner por delante a su equipo, convirtiendo a Luis Bru en el mejor jugador del Barcelona junto a Paulino Alcántara que aquella tarde haría 3 goles para los blaugranas.

El partido era de los que creaban afición, y los goles fueron cayendo uno tras otro, como si de verdaderos soles se tratase, llegándose al minuto 90 con el resultado de 4-4. Aquella maravilla de partido se prolongaría durante 30 minutos más con la disputa de la prórroga. Fue el momento en el que Bernabéu sentaría cátedra con su descomunal actuación. Al poco de reanudarse el partido adelantaba de nuevo a su equipo con el quinto tanto, ventaja que sería contrarrestada por Alcántara y Martínez llevando el marcador a un espectacular 5-6.

Y cuando todo señalaba que la victoria caería del lado visitante, en consecuencia su pase para la final, emergería nuevamente la figura esbelta de Santi, que en el último minuto y tras una extraordinaria jugada individual, sufriría una infracción dentro del área que sería señalada como penalti. A pesar de haber herrado ya una pena máxima en el primer tiempo, asumiría la responsabilidad de volver a lanzarla. En esta ocasión y a pesar de la enorme presión que ejercería sobre él Bru, lograba llevar el esférico al fondo de las mallas para gran júbilo de los casi dos mil seguidores que se dieron cita en O'Donnell. Tal fue el alboroto ocasionado por aquel gol, que decenas de seguidores saltaron al terreno de juego para elevar a hombros al gran héroe de la tarde, y es que Santiago Bernabéu desde aquellos mismos momentos se convertiría en el gran ídolo de la afición blanca. 6-6 fue el resultado final, lo que, ni más ni menos, llevaría la eliminatoria a un partido de desempate y que volvería a disputarse en el mismo feudo, el 15 de abril.

Para el cuarto partido de la serie, el Madrid sufriría la baja de uno de sus grandes puntales como era Belaúnde, por lo que el peso del equipo recaería en los hermanos Petit, Sotero Aranguren y obviamente en el nuevo ídolo merengue como era Santiago Bernabéu. El Barcelona se adelantó por 0-2, con doblete de Martínez. Pero eh ahí el carácter ganador innato de Bernabéu, que echándose el equipo a las espaldas cuan Cid Campeador, lograría elevar las tablas al marcador en colaboración con Zabalo -sustituto de Belaúnde-, para llevar el partido a una nueva prórroga.

Y fue en el tiempo extra cuando la dupla Bernabéu-Aranguren acabarían por dar la rúbrica a esta espectacular eliminatoria, con dos goles del bonaerense tras sendas asistencias del almanseño, para establecer el 4-2 definitivo. Aquel mazazo no sentaría nada bien a su rival, lo que provocó que los jugadores barcelonistas, a la orden de su capitán Santiago Massana, abandonasen el terreno de juego antes del pitido final y a pesar de que sus directivos intentaron impedirlo por todos los medios.

Aquella eliminatoria daría origen a la rivalidad Madrid-Barça que conocemos hoy en día, pero por lo que verdaderamente será recordada en los anales de la historia, es por los «8» goles que anotaría Santiago Bernabéu, en una de sus actuaciones más legendarias que se le recuerdan dentro de la institución blanca, donde al margen de jugador, pasaría por todos los escalafones posibles, desde llevar el mantenimiento del campo de fútbol, hasta alcanzar la presidencia del Club en 1943.