Mientras iba en el coche oficial hacia el Palacio de la Moncloa, en el noroeste de Madrid, muy cerca ya de la Ciudad Universitaria, Pablo pensaba sobre cuál era el motivo real de la llamada del presidente. Podía suponer, no sin falta de fundamento, que se trataba del tirón de orejas de la Comisión Europea a su reforma del Consejo General del Poder Judicial pero, conociendo mínimamente al personaje, podría haber otras cartas en la manga. No se equivocaría.

El coche estaba en la barrera de seguridad del Palacio, donde tras unas rápidas comprobaciones, el vehículo avanzó. Pablo distinguía los edificios de la Vicepresidencia, del Portavoz del Gobierno, de Semillas, el del Consejo de Ministros€ Había llovido, el suelo estaba húmedo. Le esperaba un propio del presidente que le acompañó hasta un salón de visitas. Ahora no había fotógrafos y nadie sabía de esta cita salvo Teodoro. Aquí sí estaba el presidente, en la puerta, y esperó tranquilamente que fuera él, Pablo, el que se le acercara. Vaya recibimiento más caluroso, masculló para sus adentros el jefe del principal partido de la oposición.

El presidente invitó a sentarse a Pablo en el sofá, mientras que él se retrepaba muy cerca, en el sillón, y sin mascarilla, así que Pablo también se la quitó, no iba a ser menos, aunque tenía sus dudas acerca de si podría contagiarle.

- ¿Cómo estás en tu nueva vida, Pablo?

-¿Cuál es el cambio?

- Hombre, has roto en público con Abascal, eso adelgaza un poco, ¿no? Además, ahora estás en el club. Por eso te he llamado. Creo sinceramente que debemos entendernos, y te lo digo a solas, no vamos a dar una nota de prensa. En cuanto al CGPJ, pero también en los Presupuestos. Tú sabes que tengo acuerdos con los que me votaron en la investidura, pero quiero tenderte la mano para que participes en las grandes decisiones del país.

- Todo esto me parece muy bien, pero sabes que con Podemos no llegamos a ninguna parte€

- Mira, estoy dispuesto hasta que escenifiques lo que quieras sobre mi socio, pero lo importante son los votos en el Congreso, y eso es lo que quiero.

- Tendríamos que ponernos de acuerdo en lo concreto, en las cuentas de los Presupuestos, y en los nombres del Consejo.

- Eso no será difícil si reconoces que el que gobierna soy yo. Además, quiero decirte una cosa. Estoy muy preocupado con la Operación Kitchen. Va en serio, no solo está Paco y Alberto, todo apunta más arriba y no quiero que€

En ese momento entró un camarero con un servicio de café y preguntó a los dos qué les servía. Ambos tomaron un café solo. El presidente le ofreció probar un whisky israelí, Golani Hong, con miel, pero Pablo declinó el ofrecimiento con una sonrisa y una inclinación lateral de la cabeza.

-Que no había terminado de contarte. Que Kitchen apunta alto y tú estás rodeado de amigos de€ ya me entiendes, y te van a decir, te lo adelanto hoy yo aquí, que pactes conmigo. Tienes un partido en el que antes mandaba otro. Pero haz lo que quieras.

Pablo no sabía si el café tenía un narcótico o qué le pasaba. ¿Qué está diciendo Pedro? Él no lo sabía, pero ya tenía dos mensajes en su móvil de dirigentes suyos que apuntaban en la dirección que señalaba el presidente. Después se preguntaría de la casualidad de la sincronización.

- Otra cosa Pablo, no tenemos mucho tiempo. Me tienes que decir algo esta semana. Aprovecha el tirón de tu ruptura con Abascal y así los ciudadanos pueden visibilizar mejor que estás en el campo correcto, ayudando a tu país a salir adelante en estas difíciles circunstancias.

Pablo se contenía para no estallar, pero decidió que era mejor no volar los puentes y tener más información. Cuando llegara al coche se daría cuenta de cómo estaban las cosas.

El presidente se levantó -ya había notado la incomodidad de su interlocutor- y dudó darle la mano, llevándosela al pecho y siguiéndole Pablo.

- Una última cosa, en algunas comunidades, si te acercas, podemos ayudarte. Andalucía, por ejemplo.

Octavio Paz escribió:

Entre lo que veo y digo,

entre lo que digo y callo,

entre lo que callo y sueño,

entre lo que sueño y olvido la poesía.

Se desliza entre el sí y el no: dice lo que

callo, calla lo que digo, sueña lo que olvido.