Los paseos tempranos, con arreglo a las franjas horarias, ayudan a sorprender a la naturaleza en sus primeras horas. Mi caza sin muerte al ir alejándome de la urbe: miles de estorninos en zonas arboladas haciendo ejercicios de sustentación en grupo (el formidable ¡fooouuuummm! del despegue) antes del espectáculo, garcetas boyeras junto al ganado que pace en unos prados, grupito de corzos cruzando los caminos en la rasa costera, y, cayendo ya a la playa, cormoranes raseando sobre la mar en busca del desayuno. Un pescador submarinista duda en zambullirse, pues la mar de fondo ha enturbiado las aguas, por lo que los cormoranes lo tendrán igual de difícil (aún se resisten a la ruta de las gaviotas al vertedero). Como el tiempo es bueno resulta inútil pasar los prismáticos por la costa en busca de tardíos alcatraces en tránsito (se acercan más con la borrasca) pero no ha estado mal la caza.