Estos días anteriores, los jugadores de fútbol de máximo nivel han estado concentrados con sus respectivas selecciones para disputar diversos partidos. Algunos de esos partidos eran amistosos, otros de clasificación para alguna competición más o menos importante. No vamos a discutir lo cargado que está el calendario de partidos para los jugadores en una temporada. Todos sabemos que lo está, y mucho. Tampoco podemos discutir que estos partidos, independientemente de si son amistosos o más o menos importantes, son necesarios. Sí, necesarios porque son ingresos para las federaciones. Ingresos que, teóricamente sirven para pagar los sueldos de los propios jugadores cuando están con su selección. Bueno, y supongo que para otros sueldos y gastos que no son los de los jugadores. Pero también ese dinero llega al fútbol más modesto, ese que no se ve en la televisión y en el que no están las grandes estrellas, pero que es básico.

Ahora pongámonos de la otra parte. Los clubes se hacen cargo de los fantásticos salarios anuales de esos jugadores, están haciendo además un enorme esfuerzo, carísimo por cierto, por mantener a sus plantillas en una especie de burbuja para minimizar las opciones de contagio con el Covid. Ahora tienen que ver cómo sus jugadores se marchan con sus selecciones a jugar partidos. Asumen el riesgo de que sus jugadores se puedan lesionar en esos partidos internacionales. Entienden que ese riesgo es incontrolable y parte del juego.

Lo que tiene menos sentido y da derecho a quejarse es que los clubes hagan ese esfuerzo económico y de control para reducir opciones de contagio a sus jugadores y estos vayan a sus selecciones y ni haya burbuja, ni control, ni nada de nada. Perdonadme por la expresión, pero esto me parece un auténtico cachondeo.

Un ejemplo claro es lo que ha pasado en el famoso asado protagonizado por los jugadores de Uruguay, que ha propiciado que más de 16 jugadores no puedan jugar este fin de semana con su club, el que les paga, por tener el Covid. Este es el caso mas llamativo, pero no el único. Más jugadores no podrán jugar con sus equipos sin estar lesionados porque volvieron de la concentración de su selección con el dichoso bicho en su cuerpo.

Me parece que las federaciones podrían haber estado un poquito más atentas a esto y crear unas burbujas parecidas a las que ya tienen los jugadores en sus equipos. Al menos intentarlo, por el hecho de usar el activo más importante y caro de los clubes de fútbol. Y que conste que tienen todo el derecho del mundo a utilizarlos. Faltó empatía para pensar en los clubes a los que pertenecen esos jugadores, que este fin de semana tienen partidos y que no podrán contar con esos chicos que, por culpa del Covid, deberán hacer cuarentena.

Pero los más irresponsables son los jugadores, eso sin duda. ¿Quién mandaría, por ejemplo, a los componentes de la selección uruguaya celebrar un asado en el que participan 30 personas por lo menos? El colmo de la irresponsabilidad es subir vídeos del evento a Instagram. Así queda constancia gráfica. Ellos que, como todos nosotros, estamos pasando por un momento de nuestra vida muy difícil, con unas posibilidades de control sanitario que están fuera del alcance de la normalidad, deberían ser un ejemplo para esta sociedad de cómo hacer bien las cosas. Parece que no son conscientes de que gran parte de la juventud les idolatra y que verles hacer bien las cosas puede ayudar enormemente a que los jóvenes se conciencien también de hacerlo bien.

Lo peor de todo es que quien pagarán los platos rotos serán sus equipos, que no podrán contar con ellos por diez días. Porque no creo que haya clubes tan valientes dispuestos a sancionar a estos del asado por su irresponsabilidad. Vaya a ser que los chavales encima se enfaden...