Lunes. Hay un malestar difuso, tal vez por el hecho de ser lunes. Me duele un poco el hombro de jugar, torpear, al pádel. Estas son las resacas de ahora. De pegar raquetazos. A la noche, comenzamos a ver Los favoritos de Midas. La resurrección artística de Willy Toledo. Por mirar el Twitter a deshora me estalla un espoiler en toda la cara. En el hombro, incluso.

Martes. Esta semana ha muerto Maradona. Escribo la entrada de este martes el miércoles por la tarde. La ventaja del diarista es doblegar el tiempo, ir hacia atrás o hacia adelante. Volver sobre los días. Me hizo disfrutar mucho. Lo vi con mi padre en La Rosaleda en los ochenta, uno a cuatro. 45.000 espectadores. Un día antes de aquel partido fui al hotel en el que se alojaba la expedición azulgrana. Cohibido e imberbe. Logré el autógrafo de Perico Alonso.

Miércoles. Jornadas de periodismo y humor organizadas por la Fundación Alcántara y dirigidas por Agustín Rivera. Al final del coloquio, la moderadora, Natalia Meléndez, nos pide, «en unos segundos», que citemos algunos de nuestros referentes. Algunos. Digo: Tom y Jerry, Quevedo, Wenceslao Fernández Flores, Camba, Alcántara, el pato Donald y el Coyote, no el Correcaminos. Pero joder, se me han olvidado Zipi y Zape. En la mesa anterior, la gran Luz Mellado y otros. Ussía cuenta: una vez estaba Cánovas con Sagasta y el primero contó un chascarrillo. Le dijo Sagasta: oiga, hay que ver, usted siempre con sus chistecitos malagueños. A lo que Cánovas replicó: hombre, pues pruebe usted con uno de Logroño. Acaba el evento y bajo a la calle a despeinarme, comprar aceitunas para el aperitivo y a hacerme con ´Historia madrileña del medio siglo´, de Edgar Neville, que reeditan.

Jueves. Raúl Zurita: «Es más difícil levantar un poema que levantar un puente». No sé yo. No sé qué opinaría un ingeniero. La historia la escribe gente que escribe. El entrevistador de Zurita, El País, nos informa de que éste bebe café en un vetusto local de bohemios en Madrid tras llegar desde Chile a recibir el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Pienso en qué local será ese. Qué café. Tal vez yo lo visité cuando no era vetusto. Ahora el que va camino de vetusto soy yo. No voy a levantar en mi vida un puente, mi admiración a quién lo logra. Trataré de levantar un poema. Que se alce y con su altura toque a alguien. Y no lo deje indiferente.

Viernes. El periodista Antonio Caño publica un libro sobre Rubalcaba. En el programa de León Gross, en Canal Sur, dice: «Tenía un proyecto político y eso es lo que lo diferenciaba». Sobre todo ahora, pienso yo, con tanto cortoplacista. Medito sobre si sería, Rubalcaba, de los que ahora mandan en el PSOE o más bien pertenecería al grupo a los que Adriana Lastra manda callar. La cosa está clara. Todos los socialistas que fueron a la presentación del libro no tienen ahora cargo ni responsabilidades. Caño incide en que Rubalcaba negoció el fin de ETA y lo logró «sin hacer una sola concesión».