Nuestro país es desde hace siglos lugar de paso de gentes procedentes de todas partes. Un sinnúmero de conquistadores, comerciantes, peregrinos, turistas, inmigrantes, venidos desde los lugares más remotos han estado aquí. Y también es objeto de un cruce de miradas. Los liberales del siglo XIX y los demócratas reprimidos por el franquismo quisieron emular los avances de los europeos de su tiempo. Por el contrario, la generación del 98 se empeñó en una intensa introspección. La decadencia de nuestro imperio fue seguida sin disimulo con cierto aire de superioridad, que aún perdura, en los estados centrales de Europa. Léase para comprobarlo Entre el ruido y la furia, de Tom Burns Marañón, o escúchense algunas declaraciones de dirigentes políticos de los países llamados frugales. Pero en el último medio siglo su mirada hacia nosotros ha cambiado y poco a poco hemos ido ganando su respeto. El interés de los españoles por saber cómo nos ven ha crecido y, en fin, vamos aprendiendo a valorar nuestra imagen, aunque quizá cuidamos menos de lo que deberíamos la marca España. Es saludable, y sin duda un signo de inteligencia, prestar atención a lo que se dice de nosotros. Mucho más cuando el que nos observa y enjuicia lo hace con afecto, como es el caso de Raphael Minder, que después de recorrer medio mundo decidió instalarse en España como corresponsal del mítico "New York Times", periódico líder en la información internacional. Cuando llegó, no pudo imaginar que iba a vivir con nosotros un período crítico de nuestra historia, una década apretada de acontecimientos trascendentales. En cualquier mínimo recuento deben citarse la crisis económica, las protestas del 15M, la abdicación del Rey, la fragmentación del sistema de partidos, el desafío del movimiento independentista catalán y la pandemia con todas sus consecuencias. No es exagerado concluir que, a pesar de la fortaleza que ha demostrado la sociedad española, todas sus estructuras han vuelto a tambalearse. En el libro, Minder casi pasa por alto los grandes hechos, para interesarse por la trama del día a día de los españoles. Curiosea en los entresijos de la sociedad española. Toma nota de la naturalidad con que unos jóvenes de la costa gaditana se dedican al tráfico de drogas, asiste al comercio clandestino de trufas, escruta el magro negocio de la venta de vino a granel, tira del hilo del pequeño Nicolás hasta llegar a las puertas del estado profundo, actualiza el accidente nuclear de Palomares, se introduce en la crisis de Abengoa, y hace cuestión de la memoria histórica, la situación de la justicia o la ausencia de una cultura filantrópica, con ejemplos de cada una. Su curiosidad nos descubre aspectos en los que apenas reparamos los españoles. El libro no ofrece primicias, salvo una pedagógica explicación del proceso de elaboración de sus artículos para el periódico, el relato de su encuentro con Pedro Sánchez antes de su meteórico ascenso o el dato de no haber conseguido una entrevista con Rajoy después de haberla solicitado en repetidas ocasiones, ni destaca por nada que pueda resultar extraordinario para quien viva entremezclado con los españoles. Minder define a España como un país cálido, se confiesa asombrado con su transformación, en su opinión comparable únicamente a la de Corea del Sur, rinde admiración a la tolerancia de los españoles con la avalancha de inmigrantes que hemos tenido y a la solidaridad que practicamos de forma habitual, especialmente en los peores momentos. Y, sin ánimo de polemizar, señala las carencias de nuestra vida política: la dificultad para entablar una conversación constructiva, la debilidad del debate público y la incapacidad para forjar un liderazgo político con "valor, unidad y visión para hacer de una crisis una oportunidad". Minder admite su decepción con la generación de 2015, la de Sánchez, Iglesias y Rivera, que rejuveneció al personal político y, sin embargo, fracasó a la hora de renovar la política o al menos mejorar el discurso político. El libro termina en la arena política. La imagen que compone es la de una sociedad rica y plural, asentada en su historia, pero con el edificio político aún en construcción. La organización de la vida colectiva, el talón de Aquiles de los españoles. Nuestro mayor reto, dice Minder, es superar la cortedad de miras de los políticos. El corresponsal suizo merece ser escuchado y su libro una lectura agradecida.