Moreno Bonilla nunca esperaba llegar a la presidencia de la Junta, pero hace ahora dos años se calzó el traje de presidente y ahí lo tenemos, bonachón y apacible, sin alzar mucho la voz, salvo cuando le pisan algún juanete. Y lo tenemos gobernando sin asumir riesgos, sin dar un paso que no esté medido y sin arrojarse al vacío. Cambio con calma, sin precipitaciones, moderado. Va con Moreno Bonilla esta forma de gobernar porque es un ser tranquilo, ponderado, sabedor de que debe ocultar sus iras y desmanes; que nunca pierde el sentido común y que el hecho de que llegara a la presidencia de refilón, de chiripa diría yo, por cuota democrática, no le impide transitar como si hubiera sido el ganador de unas elecciones que perdió. Este hombre que susurraba a las vacas tiene madera de político gris, que no levanta pasiones, pero tampoco rechazos virulentos; es apuesta segura del PP. Dado a las medias sonrisas, sin pasarse, a veces con rictus burlón o socarrón, nunca dado a la carcajada política. Situado en un centro conservador, se distancia de quienes pretenden llevar al PP a los abrevaderos del Vox. Y esa es una de sus reconocidas valías dentro del PP: gobierna con el apoyo de Vox pero al mismo tiempo mantiene una higiénica distancia para no contagiarse, al menos eso parece, aunque no duda de recabar sus apoyos cuando lo necesita, por ejemplo, para sacar adelante los presupuestos 2021. Pedro Sánchez lo ha conseguido y con nota. La derecha está condenada a larga y frustrante travesía. De ello escribiremos en otro momento.

El presidente andaluz tiene cintura de bailarín y cuando le falla es consumado contorsionista sobre todo cuando Vox le cerca con impresentables peticiones. Veremos pronto si Moreno Bonilla está para chantajes y milongas peligrosas o es capaz de sortear provocativas propuestas, algunas de ellas atacando la línea de flotación del Estatuto andaluz. El presidente sabe que Vox le puede hacer pasar malos ratos, generarle algún que otro cólico nefrítico, pero nunca lo arrojaría a las tinieblas: todo, menos que los socialistas vuelvan al poder. De eso, nada de nada. A Susana Díaz, ni agua. Dando por hecho que Elías Bendodo es el mejor defensor del Gobierno de Moreno Bonilla, con rotundas afirmaciones sobre la excelencia de su gobernanza, bien le vendría un poco de humildad, que en política es virtud poco conocida. Está en su derecho de repicar a gloria pero bueno sería recordarle que estamos con un paro del 23,8 %, con previsiones de caída de la economía del 10,4%, con la sanidad y los sanitarios alzados en guerra; con la educación en abulimia, sin perspectivas sólidas para las universidades públicas y políticas sociales que no son más que parches o remiendos como tiene dicha la oposición y las centrales sindicales. Muchas de las reformas y promesas del PP como crear en esta legislatura 600.000 nuevos empleos o la cacareada y mejor vendida Bajada Masiva de Impuestos (BSI) se ha quedado tan sólo en la eliminación del impuesto de sucesiones y donaciones de más de un millón de euros y bajar en tres puntos el IRPF de las rentas más altas y sólo en medio punto las más bajas.

Justifican que la lucha contra la pandemia (4.018 muertos) ha limitado o reducido poder cumplir sus promesas pero no se justifica tanta euforia cuando es sabido, por desgracia, que seguimos a la cabeza del paro, con la mitad de nuestros jóvenes sin esperanzas de futuro, con demostrada precariedad social. Los datos señalan que Andalucía es la última en renta y bienestar. Prometió el PP, y no ha podido cumplir, el atraer inversores de fuera, cambiar el tradicional modelo turístico, adelgazar la Administración para cerrar "chiringuitos" e hizo promesas de mayor calado (se necesita la reforma del Estatuto) como es eliminar los aforamientos y la limitación de mandatos de los presidentes. Elías Bendodo sí ha alardeado de que el PP y el Gobierno de Moreno transitan por sendas sociales que hasta hace poco eran patrimonio de la izquierda al aumentar de forma sensible las partidas presupuestarias en sanidad, educación y políticas sociales. Ejecutarlas será su reto y hacer realidad lo que afirmaba Juan Marín de que este Gobierno cumple lo que promete. La suerte de Moreno Bonilla es que a la oposición ni está, ni se le espera.

P.D.- (1) Isabel Díaz Ayuso quiere emular las pirámides de Guiza con el sucedáneo hospital que ha levantado. Esta moderna "faraona" despide aromas de alcanfor.

(2) Estoy entre los 26 millones de hijos de puta que el general retirado Beca quiere fusilar. Lo malo es que haya partidos como Vox que jaleen a estos cafres y a sus bravatas, generando espiral de odio.

(3) Juan Marín, disminuido líder de Ciudadanos en Andalucía, cada vez más cerca de militar en las filas del PP andaluz. Inés Arrimadas, su jefa, ha dicho no a ir juntos ambos partidos en las elecciones andaluzas de 2022. Será cabeza de lista por el PP en Cádiz. Al tiempo.