Habitualmente soporto malamente los anuncios publicitarios, solo porque comprendo que la publicidad es el soporte económico para que en los medios de comunicación privados pueda leer, oír o ver algo lo que me interesa; pero, si puedo los evito. Por lo general los anuncios me resultan cansinos, repetitivos, cuando no de mal gusto, dirigidos a un público ´border line´ y que en muchos casos fomentan nuestros peores instintos, por lo que el efecto que producen en mí, los que los hacen, la mayoría de las veces es de rechazo. Pero hay algunos ejemplos, demasiado pocos, en los que un anuncio consigue interesarme y emocionarme como lo haría cualquier buena obra de arte con la que he conseguido conectar, en esos momentos siento que detrás de esa campaña publicitaria hay un o un@s artistas, verdaderos creadores y creadoras.

El poeta Maiakovsky se encargó durante un poco de tiempo de la recién creada Agencia de Propaganda del Gobierno Revolucionario ruso en 1917, y en la designación hubo más intención de domesticar al indómito poeta futurista que de tener fe en sus potenciales publicitarios. Pero el poeta, en el poco tiempo que estuvo, revolucionó el mundo de la publicidad y la propaganda, consiguió introducir el lenguaje poético y alegórico en el mensaje propagandístico y, lo que es es más valioso, consiguió llegar con ese método a las grandes masas populares a las que iban dirigidas, que en la mayoría de los casos estaba compuesta por personas analfabetas. La poética que utilizó abarcaba todas las formas expresivas del arte, no solo la de la palabra escrita y fue de tal magnitud que llegó a crear escuela más allá del estrecho mundo publicitario. Así artistas como la alemana Hannah Höch o el austriaco Raoul Hausmann usaron el cartel como modo de expresión artística. Pero la trascendencia de los ideado por Maiakovsky no solo creó escuela entre artistas, el inteligente y perverso ministro de propaganda nazi, Joseph Goebbels, adoptó la estética creada por el poeta para promocionar y publicitar el partido creado por Adolf Hitler. Un ejemplo más cercano lo tenemos en nuestro país donde durante la terrible y dolorosa Guerra Civil el método publicitario creado por Maiakovsky fue utilizado por ambos bandos, en el caso del Frente Popular son inolvidables los carteles creados por el que fue director general del Bella Artes , el valenciano Josep Renau entre otros muchos; en bando de los rebeldes sólo fueron los falangistas los que utilizaron esa método propagandístico, es de su poner que a imitación de su admirado partidos nazi.

Todas estas digresiones me han venido a la mente a raíz de una excelente campaña publicitaria que ha editado el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para promocionar el consumo de alimentos españoles y que se titula ´España, el país más rico del mundo´. En esta campaña protagonizada por el cocinero José Andrés nos introduce a los consumidores de modo poético y alegórico en las riquezas alimentarias españolas de un modo creíble, entendible y apetecible, todo un éxito si además está presentado con una estética bella y original. Ya en una campaña anterior este mismo ministerio también había acertado de pleno con el lema: ´El arte de saber hacer´, donde se representaban en imposibles bodegones un conjunto de productos alimenticios españoles y lo hacía de un bello modo que entroncaba con cierto surrealismo (Dalí) y enaltecía otro tipo de naturalezas muertas -las de Sánchez Cotán-.

No he podido localizar quien o quienes han sido los autores de estos anuncios, que particularmente elevo a obra de arte, pero tengo que felicitar al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación por estas acertadas campañas que, además de ser bellas y elegantes, estoy convencido van a fomentar el consumo de productos alimenticios españoles en estos tiempos de pandemia y necesidad. Un agradable soplo de aire fresco -y no contaminado- para los malos tiempos.