La cena se había preparado con mucho esmero y sigilo. Pablo no quería testigos, Santiago y él a solas, y nada de reservados de restaurantes, que siempre te ven al entrar y/o al salir y se filtra la noticia, y después todo son especulaciones. Lo suyo es una casa particular cuyos titulares se van a otra parte y solo se queda el servicio, y va a ser tu casa, si te parece, Teo -le dijo el presidente-, es un nuevo servicio a la causa. Y Pablo estiró las comisuras de sus labios en un sucedáneo de sonrisa. Teo, María José y los dos hijos del secretario general cenarían y dormirían en casa de los padres de ella, los Escasaín.

Pablo llegó el primero y pidió un vaso de agua. Solo diez minutos más tarde, Santiago tocó el timbre en aquella casa de la calle Arturo Soria. Pablo se levantó del sofá y dejó el móvil. Hola, Santiago, ¿cómo estás? Muy bien, ¿y tú?, le respondió el recién llegado, tendiéndole la mano.

El clima era frío. Santiago pidió un vino, «del que vamos a tomar después, supongo», y se sentó en el sillón, en ángulo con el sofá, así que ya dominaba la escena. Pronto estaban a la mesa, frente a frente. Uno con su figura de moro Muza y el otro de joven recién graduado en un college.

-Mira, Santiago. Así no podemos seguir. Tú tienes que radicalizar tu discurso para hacerte un hueco político y eso, debo reconocerlo, erosiona mis posiciones electorales. No me andaré con rodeos. Quiero proponerte una entrada honorable y ventajosa en el partido, en un puesto de la dirección nacional, y a los tuyos, claro.

- Pablo, si me has llamado para esto, te equivocas, y soy sincero: ni siquiera voy a considerar tu propuesta, no me interesa ni poco ni mucho. Cada día que pasa estoy más convencido de que somos más necesarios. España se encamina hacia el abismo de varias repúblicas, como dice Otegui, y tu política no es el remedio ante estos grandes males que se avecinan. Un cáncer no se cura con aspirinas, Pablo.

- ¿Y sí con manifiestos militares y con discursos antiinmigración? ¿Eres un pirómano?

- Los manifiestos tienen sus autores, pregúntales a ellos. Si a ti te parece, que acabas de regresar de Canarias, que aquello no es preocupante, entonces el que me preocupas eres tú.

- Mira, déjate de demagogias€

- O soportas que yo te diga lo que me dé la gana, como tú puedes hacer conmigo, o me levanto y me voy ya, ¿de acuerdo?

- Vamos a ver, Santiago, ¿tú crees que hay espacio político para tantas fuerzas de derecha y centro?

- Creo que hay espacio para que cada español vote lo que quiera y a nosotros nos votan españoles que, obviamente, no os votan a vosotros, en concreto 3.656.979 y a vosotros 5.047.040. Cada vez estamos más cerca.

- Le estás haciendo un flaco servicio a las ideas que dices defender dividiendo la derecha de este país, Sánchez te lo agradecerá siempre. Y te digo más, el pescado se pudre de la cabeza a la cola. Eres muy dictador.

- A ti, Sánchez ya te agradece la oposición de la señorita pepis que haces. Estoy leyendo a un gran liberal norteamericano, David Schmidtz, que sostiene el derecho vital de cada persona a decir no. En cuanto a lo de pudrirse, ¿te hablo de Villarejo, de la Gürtel€ de qué quieres que te hable, Pablo?

- Trump ha perdido las elecciones, cada día estarás más solo, tu discurso antieuropeísta te aísla, terminarás en el basurero de la historia.

- Soy crítico con esta UE, no antieuropeísta.

- Como quieras, te sitúas al borde o directamente fuera del sistema.

- Lo prefiero antes que connivir, que no convivir, con el modelo que propone este gobierno y sus compañeros de viaje, golpistas unos y ayer filoterroristas otros.

-Representas el pasado, no el futuro, y no falta mucho para que estés en la cuneta, yo te invito a subirte al coche€

- Gracias. Iré dando un paseo.

Lope de Vega escribió:

Hija del tiempo, que en siglo

de oro

viviste hermosa y cándida

en la tierra,

de donde la mentira te destierra

en esta fiera edad de hierro

y lloro;

santa Verdad, dignísimo decoro

del mismo cielo, que tu sol

encierra, paz de nuestra

mortal perpetua guerra

y de los hombres el mayor

tesoro.