La lotería que es la Copa de los modestos le tocó al Club Deportivo Rincón después de sudar para clasificarse de entre los humildes. El sorteo le deparó un rival de Primera sin el pedigrí de otros, pero que no deja de ser un grande teniendo en cuenta la dimensión del pequeño

Desde ese momento, los esfuerzos de la pequeña maquinaria de una entidad que muy pronto cumplirá 50 años, se pusieron en marcha para ponerse bonita en su cita más importante en medio siglo. El Ayuntamiento realizó un esfuerzo máximo para servir en bandeja a los ciudadanos de Rincón de la Victoria que su equipo defienda el color rojo de su camiseta en casa, pero las exigencias de la Copa de los modestos acabó engullendo los sueños de los rinconeros.

El Francisco Romero no será escenario estas noche del partido más importante de la historia de su inquilino, mientras La Rosaleda será un magnífico teatro de los sueños para los actores más humildes.

Antes del encuentro, mientras que los vitorianos viajan a Málaga, los pupilos de Francisco Muñoz Parrado echarán el día en sus trabajos: en la inmobiliaria, en la oficina, en clase, en la tienda, y luego se vestirán de jugadores profesionales para intentar dar la campanada.

Los «vitorianos» siempre han sido los boquerones de Rincón, los que se pescan en las fechas cercanas al día de la Virgen de la Victoria, pero en esta ocasión los vitorianos son los rivales de un día histórico.

Un momento para permanecer anclados al bordado del escudo, al ancla que señala el origen marinero de un club, cuyos primeros partidos se jugaron cerca del mar y que su primera sede estaba casi en el rebalaje

Marineros mediterráneos contra vascos profesionales. Humildes contra estrellas que vienen con la lección aprendida ya que el año pasado fue el único equipo de la Liga Santander que fue eliminado en la primera eliminatoria.

Los que una vez lucimos los colores y llevamos el escudo del ancla seremos un arma más contra el poderío del grande. Los más de 300 niños que están en el club, tienen ya un motivo más para soñar con jugar en el primer equipo de su pueblo, los cientos de jugadores que nunca han salido en la guía de estrellas de la Liga ni en los cromos, pero que están en el recuerdo de los que miramos a los mayores como defendían el nombre de Rincón en campos de tierra con Mikasas tan duros como las rocas del Tajo darán el aliento telemático, como todo en esta triste realidad de mascarilla al equipo que sigue vendiendo papeletas del jamón en cada partido para poder pagar el arbitraje.

Un sueño copero al que se agarran los modestos del fútbol nacional y que esta vez ha parado en Rincón de la Victoria, por La Rosaleda más rojilla de la historia y más marinera que nunca.