Esta semana la FIBA organizó esa gala anual donde regalan (sí, digo bien, regalan) los premios a los mejores jugadores de fútbol y al mejor entrenador del año. La gala de este año fue diferente, lógicamente, por culpa de la pandemia esta que nos trae a todos por la calle de la amargura y nos tiene ya hasta... Bueno, hasta lo que sea. Una gala sin público, sin presencia de los nominados, sin glamour y con mucha conexión a esas plataformas con las que puedes mantener una reunión on line.

Pero, evidentemente, todo esto es secundario. Lo verdaderamente importante son los premios. Y estos me defraudaron como todos los años. Nadie duda, supongo, de que Cristiano Ronaldo y Leo Messi son dos de los mejores jugadores de la historia del fútbol. Son buenísimos. También entiendo que todos estaremos de acuerdo en que ambos jugadores ya jugaron sus mejores partidos. Están en la recta final de sus carreras. Aun así, insisto, son buenísimos. ¿Pero cómo para estar nominados entre los tres mejores jugadores del año? ¿Sus temporadas han sido tan impresionantes como para ser merecedores de ese honor?

Pues, personalmente, tengo muchas dudas. Ni ellos han jugado tan bien ni han conseguido que sus equipos consigan alguno de lo logros a los que aspiraban. Ahora, también sé que el fútbol es una industria y que, publicitariamente, a la FIFA le interesa enormemente que Messi y Ronaldo estén ahí entre esos nominados cada año puesto que son los dos jugadores que más dinero mueven y más seguidores tienen en el mundo.

Menos mal que el premio al mejor jugador del año se lo dieron a Robert Lewandowski, que con sus goles sí que ha ayudado a que su equipo, el Bayern de Múnich, haya hecho una temporada de ensueño ganándolo todo y jugando mejor que nadie. Esto le dio un toque de lógica a esto de ´The Best'.

Lo que no puedo entender es lo que pasó con el premio al mejor entrenador del año. Nadie puede dudar de que Jürgen Klopp, entrenador del Liverpool y ganador de este prestigioso galardón, es un grandísimo entrenador. Y seguro que para muchos es el mejor entrenador del mundo. Pero es que esta temporada Hans - Dieter Flick, que empezó el año siendo el segundo entrenador en el Bayern de Múnich, se hizo cargo del equipo con la temporada comenzada porque aquello no funcionaba como los dirigentes alemanes pensaban. Flick mejoró tanto el rendimiento a su equipo que lo llevó a ganarlo todo. Y lo ganó todo jugando mejor que nadie, no por una cuestión de suerte, algo que también está presente en el juego. Su equipo se mostró invencible.

Sin duda que otros muchos logros pueden ser considerados como muy importantes a la hora de calificar a un entrenador como el mejor de la temporada. No sé, ganar una competición cuando no eras ni por asomo el favorito o jugando un fútbol diferente, haciendo algo novedoso que nadie hacía.

Es evidente que este entrenador alemán entrenaba al Bayern, uno de los mejores equipos del mundo a priori y que está construido para ganar. Y esto, ganar, a ese nivel (bueno, a todos los niveles) es lo más importante. Si este año Flick, con todo lo que ha hecho, no es el mejor entrenador de la temporada, ¿qué más tendrá que hacer para serlo?

Hasta Klopp creo que sabe que es injusto que él haya recibido este premio este año y que su compatriota (los dos son alemanes) es el vencedor moral a ´The Best' entrenador.

Ahora, lo que más me ha sorprendido es que en la votación general en la que votan periodistas, jugadores y entrenadores hubo un empate a votos. Esto ya me parece letal, Flick no debió ganar en esa votación general, debió arrasar. Entonces, el ganador fue Klopp porque recibió más votos de sus compañeros entrenadores que Flick.

Si los propios entrenadores no valoran que ganar todo jugando mejor que nadie es suficiente motivo para ser considerado el mejor del año pues me hace no entender nada y, por supuesto, no creer en estos premios.