Debido al apoyo recibido por para aprobar los Presupuestos del Estado de 2021 por parte, entre otros, de ERC y Bildu, el Gobierno ha recibido múltiples críticas del PP y de Vox, así como de otros colectivos e incluso de algunos miembros destacados del propio PSOE. Se le critica por contar con el apoyo de separatistas y cómplices de terroristas. Esta acusación está fundamentada, pues ERC es separatista y participó en el intento de proclamación de la república catalana saltándose la legalidad vigente, e igualmente es cierta la estrecha relación que miembros de Bildu han tenido con el terrorismo de ETA. También se ha criticado desde el inicio de la legislatura el pacto del presidente del Gobierno con Unidas Podemos debido a que esta coalición ha demostrado ser desleal con la Constitución, apoyar a los reaccionarios separatistas y a los terroristas de ETA y posteriormente hace oposición dentro del Gobierno como se temía y ha supuesto de hecho un perjuicio para el desarrollo de las ideas progresistas al dividir a su electorado con unos planteamientos sectarios que tanto critica. Hagamos un poco de historia reciente para ver por qué hemos llegado a estos pactos sin quedarnos en la mera superficie. Después de las elecciones de junio de 2016 el PP volvió a ganar con 137 escaños, los cuales no llegaron a los 176 que es el mínimo necesario para formar gobierno. Para evitar de nuevo otras elecciones, el PSOE mediante algunas abstenciones permitió a Mariano Rajoy, líder del PP, lograr su investidura. En las elecciones de abril de 2019 el PSOE fue el partido más votado con 123 escaños siendo insuficientes para lograr la investidura de presidente del Gobierno. Ante la imposibilidad de lograr los votos necesarios para la investidura, se convocaron nuevas elecciones en junio de 2019 que volvió a ganar el PSOE con 120 escaños. Pedro Sánchez, candidato del PSOE a presidente, enseguida logró un acuerdo con Unidas Podemos para la investidura sumando ambos 146 escaños que eran insuficientes. Por esto, Sánchez propuso a Pablo Casado, líder del PP, que mediante las abstenciones necesarias favoreciese su nombramiento como presidente del Gobierno, tal como había hecho el PSOE en 2016 en favor del PP, a lo que este con su característica actitud de hombre de estado se negó, lo que obligó a Sánchez a buscar los votos necesarios en otros partidos. Una vez que Pedro Sánchez logró los votos necesarios, a Pablo Casado le faltó tiempo para criticarlo duramente por pactar con comunistas, bolivarianos y separatistas. Lo cierto es que no había alternativa posible de gobierno pues si se hubiese planteado que fuese el PP quien liderase la candidatura a presidente, los votos necesarios serían imposibles de alcanzar con los acuerdos disponibles. En la negociación para lograr los 176 escaños necesarios para aprobar los Presupuestos del Estado para 2021 Pedro Sánchez inicialmente prefirió contar con los 10 votos de Ciudadanos a lo que se negó rotundamente Unidas Podemos. De nuevo la oposición interna de esta coalición impidió una alianza más coherente y deseable. Como no quedaba otra opción que aprobar los nuevos presupuestos para no prorrogarlos por tercera vez, el presidente optó por buscar los votos necesarios en otra parte. Una vez más el PP podría haber solucionado fácilmente el problema, pero para eso se necesitaba que tuviese visión de Estado, algo que no ocurre en su dirección. Lamentablemente al final se optó por contar con los votos de Bildu. Evidentemente existían otras opciones teóricas de formar la mayoría necesaria, pero ¿eran realistas? No parece adecuada la forma en que Pedro Sánchez ha gestionado los acuerdos postelectorales, pero no se puede olvidar que son plenamente legales y que el principal responsable último de la tan temida posible ruptura de España es Pablo Casado obligando indirectamente a tener que contar con los separatistas y los cómplices del terrorismo para gobernar este país.

*Machado es doctor en Economía