Se va un año cruel, devastador en lo social y en lo económico, pero sobre todo en la salud. Que hayan muerto cerca de cincuenta mil personas por el maldito virus no es para tomárselo a broma como parece hacen algunas políticos (as) de baja estofa. Es un año que nos arrebató la esperanza y nos metió el miedo en el alma. Pero también esperanza. Se va un año que ha servido, entre otras cosas, para palpar que la solidaridad no es algo ajeno a muchas personas; que el calor y la empatía solidaria han acompañado al dolor de quienes sufrieron perder a alguien de su entorno. Y no hablemos ya de la dimensión fuera se lo común de los miles de sanitarios, con sueldos precarios, que lucharon sin descanso para aminorar tanto dolor. Ha sido un año de dolor compartido salvo por los insensatos negacionistas que se envuelven en la bandera de España como si fuera un antídoto. Craso error de mentes pacatas, obtusas y alitongadas; criminales socialmente hablando, incapaces de entender la solidaridad como principio básico en esta sociedad globalizada. No puedo evitar que se me lleven los diablos cuando veo imágenes de quienes utilizan el virus como arma arrojadiza gritando libertad, sacrosanta palabra que en boca de estos desalmados es como una carga de dinamita. Y lo peor es que hay conscientes políticos que militan en el fascio y la derecha extrema jaleando tales atrocidades o que, de forma muy sibilina, anteponen cuestiones económicas a la salud. Por eso, y ya saben que en esto no me prodigo, es digno de alabar y resaltar la actitud del Gobierno de Moreno Bonilla que por boca de su portavoz, Elías Bendodo, proclamara que no le temblaría el pulso si había que endurecer las medidas adoptadas en Andalucía y se haría sin dilación ni dudas. Bien dicho, pero ojalá no sea necesario.

España, como el resto del mundo, pese a los esfuerzos de investigadores por encontrar remedio para cercar y anular los efectos del Covid-19, vive en un permanente estado de angustia porque este virus parece tener tanta mala leche que se muta en nuevas cepas, sin darnos un respiro. Parece que estamos al final del túnel con la vacuna que llega, pero sería un tremendo error bajar la guardia. La nueva cepa tiene hasta 17 mutaciones y la alarma se ha encendido de nuevo. No cabe esperar que la vacuna deje de tener los efectos deseados. Mañana, domingo, en Andalucía comienza la vacunación. Hay que estar de enhorabuena. Pero esto no debe ocultar que gestionar la pandemia no ha sido moco de pavo y por eso estoy con quienes opinan que los políticos, en general, no han estado al nivel que se esperaba. Ha habido más enfrentamiento, más tensión y menos arrimar el hombro del deseado. Nada menos que el 86% de los españoles cree que la crispación daña la gestión de la pandemia según los datos que arroja una encuesta de 40dB paras El País y ocho de cada 10 votantes, incluyendo a los de Vox, desean que los políticos acuerden. Ya es un dato para hacérselo pensar: el coronavirus es el asunto que más divide a los españoles, por encima del conflicto catalán. Pero no parece que sea el camino escogido por muchos políticos más dados a gestionar la pandemia como si se estuviera en la antesala de las elecciones, con peligro de pérdidas de vidas humanas. Resulta lamentable que haya habido políticas, y ya saben a quién me refiero, que antepongan la salud económica a la salud de las personas. O lo que es peor, que antepongan calentar el bolsillo de un cantante, llamado Raphael, antes que la salud de los ciudadanos. No creo, a estas alturas de su vida, que Raphael no tenga un mendrugo que llevarse a la boca.

Este año ha sido devastador para miles de empresas, para autónomos y, en general, para la economía con durísimas consecuencias para el futuro de muchas de ellas y para los millones de trabajadores que ven su futuro muy oscuro. La esperanza está puesta en los fondos de recuperación, en la gestión de los mismos siendo palanca principal del Presupuesto recién aprobado por amplia mayoría. De entrada, se nota especial sensibilidad ante la grave situación cuando al hilo del Presupuesto General del Estado las comunidades tramitan por en su caso han aprobado, como en Andalucía una cuentas expansivas sobre todo en lo referente a los gastos sociales. Reforzar la sanidad, la educación y los servicios sociales es de obligado cumplimiento, aunque hay que tener sectores económicos especialmente afectados necesitados de ayudas urgentes y muy especiales, caso del sector de la hostelería. La cantidad aprobada de ayuda, por encima de los cuatro mil millones de euros, es insignificante para las pérdidas que sostiene el sector.

P.D.- (1) ¿Discurso del rey Felipe? No hay que pedirle peras al olmo.

(2) No me gusta el negro, ni siquiera en pantalla. Los errores se pagan.

(3) De momento Mariano Rajoy no declarará en la comisión de Kitchen. Pero en el PP de Pablo Casado hay seria preocupación. PSOE y Podemos quieren destapar las cloacas del PP. Habrá que estar preparado para los efluvios.