Mascarillas abajo, virus arriba

Llegan las comidas familiares navideñas y, de forma traducida: diez personas en una misma mesa, de diferentes hogares, pinchando comida de los mismos entrantes, mascarillas fuera, e incluso besos y abrazos. No olvidemos nuestro recorrido: como un 11-M diario en noviembre, y ahora nos creemos que somos inmunes, que la Navidad es más importante que un virus o lo de «es que las personas con las que ceno sé que tienen cuidado en su vida diaria con estas cosas del virus, así que me fío». Pues no señores, no hay que fiarse. Ni si quiera de uno mismo. Nunca sabemos dónde ni cómo nos podemos contagiar. Si eso fuese cierto, estaríamos salvados.

Hemos de tener responsabilidad social y para ello se recomienda, principalmente, mirar más por el resto que por nosotros mismos. Queriendo cuidar a los demás es como podemos salvar a la humanidad. Si has de cenar solo con tu núcleo familiar, ¿qué más da? ¡Menudo lujo! Disfrutar de los tuyos, de los que tienes siempre a tu lado pero no sabemos valorar a diario, no está nada mal. Quizás esto ha venido para darnos una lección: mira a tu alrededor, valora, cuida, ama.

Luis Alberto Santillana. Málaga