Nadando entre dos aguas, la religiosa de la Navidad y la pagana de Año Nuevo, el día de los inocentes es una fiesta menor que casi se ha perdido. Resta ya muy poco de cuando en tal día como hoy nadie se quedaba conforme si no le había hecho a alguien una inocentada y, primero en casa y luego en la calle, iba uno pendiente para que no se la hicieran, mientras en quioscos y librerías (¿por qué en estas?) se vendían artículos para bromas. La gente compraba el periódico por la mañana buscando el lugar en que se diera una noticia falsa, y cuando ésta era, por ejemplo, que en un parque había aterrizado un OVNI o aparecido una tortuga gigante, cientos de personas acudían allí, unas para ver el OVNI o la tortuga y la mayoría para ver a los inocentes que habían ido a verlo. No se por qué tienen que perderse siempre las celebraciones más divertidas, incluidas aquellas fake news tan inocentes.