Hay que ponerse en el lugar de nuestros pequeños y la ilusión con la que escriben a sus majestades para solicitar preferencias que se remiten a dos o tres juguetes no más, si acaso con alguna promesa o afirmación de que fueron buenos. La pluralidad política, multiculturalidad y coaliciones sobrevenidas propician en nuestra nación peticiones hasta el punto que sus majestades de Oriente han de habilitarse en varios idiomas para dar respuesta a las súplicas. Las lenguas oficiales pueden provocar algún lapsus, por ejemplo que se envíe por error un coche rojo cuando el destinatario lo quiere azul, malva o rosa. No solo el lenguaje, también otras peripecias cognitivas invitan a no errar con muñecas cada vez más humanizadas y dotadas de funciones orgánicas que deben ser correctamente equipadas, cuando hasta hace poco salían de fábrica asexuadas y punto pelota. Igual los cuentos políticamente correctos. Con el tema medioambiental los niños no tendrán mucho problema, la mayoría de autos infantiles son a pilas, tendiendo a la placa fotovoltaica. Sí que será difícil que los pequeños pidan empleo en sus misivas. Su materialismo pediátrico les llevaría como mucho a solicitar las aventuras de Mario Bros que representa a profesiones tan nobles como carpintero, fontanero, árbitro, médico y hasta bacteriólogo a la caza del coronavirus aplicado al annus horribilis que el que el Rey de España deberá afrontar en su discurso de Navidad de 2020. Su alusión a la vacuna será un revulsivo predicando con el ejemplo. Y esa es la pregunta: ¿qué pide un Rey a los Reyes Magos? Si comparamos, su carta del año 2019 se centraba en tres aspectos: concordia, solidaridad y unidad haciendo mención específica al deterioro de las instituciones aludiendo literalmente a Cataluña. La carta a los Reyes Magos de nuestro Rey de España puede reproducir literalmente la del año pasado, pese a la pandemia, con un par de salvedades. La primera, reconociendo que se portó bien, asumir en autocrítica dirigida a la máxima institución que representa. La segunda salvedad, tirar de imaginación al recurrir a Mario Bros y su reino Champiñón que debe defender a capa y espada frente los Koopa, que se prodigan incluso entre los champiñones a los que nuestro Rey debe poner cara. Los españoles con alma infantil seguimos esperanzados con una princesa Peach empoderada, pues el futuro de la Casa Real se escribe en femenino, con permiso de otras formas políticas de regir una nación democrática y de derecho.