Por una vez todos estamos de acuerdo en una mismo deseo ante la cruel coyuntura padecida: que se acabe este año 2020, el cual ha superado en mucho a otras añadas calificadas de 'horribilis' a través de la cronología de este orbe, ya muy mal herido y dañado por el homo sapiens sapiens. El planeta se puso al revés literalmente y este lapso dará mucho para analizar a las generaciones venideras al ser un tiempo donde el desconcierto y la pérdida de control nos transfiguró en unos títeres infelices amenazados por un mal desconocido, el cual nos sigue atenazando sin importarle condición.

Las primeras codiciadas vacunas llegaron a Málaga junto con el pensamiento que nos aparecen las milagrosas luces al final de este túnel oscuro y siniestro de nueve meses de largo aunque aún queda un largo corredor, insisten los analistas. La vacuna en la capital tiene un nombre propio, Eugenia, una usuaria de 88 años de la Residencia de El Palo, quien pasará a las crónicas de esta urbe por ser la primera malagueña en recibir este ansiado protocolo de vacunación. Políticos de toda índole y colores se sienten ilusionados ante la llegada de la 'vacuna de la esperanza' como la han querido denominar, entendiendo que esta inyección puede constituir el principio del fin de esta angustia demoledora. Así, la palabra esperanza comienza a habitar de forma más enraizada en nuestros alicaídos ánimos; es un estado optimista en el cual aquello que deseamos nos parece posible, esto es, supone tener expectativas positivas relacionadas con aspectos favorables y correspondida con nuestros deseos. Hay una fisura en todo, así es como entra la luz; es asombroso cómo un poco de mañana puede contrarrestar un gran fragmento de ayer. No es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza que tiene sentido. Buena entrada de 2021, un período con perspectiva. Feliz año nuevo para todos.