Opinión | De buena tinta

Pedro J. Marín Galiano

Líneas de ficción

Aperturando las calendas de uno de los eneros más esperanzadores de la historia de una generación, diera la sensación de que ese pie que termina de avanzar su último paso desde el malogrado 2020 hacia su homólogo posterior dejará tras de sí penurias pandémicas, desgracias víricas, muertes en el olvido, gestiones en entredicho y mentiras políticas. Sin embargo, la hora última del día 31 de diciembre no genera un telón de acero que pudiera aislar a lo venidero de la desgracia pasada y presente. El año nuevo, por sí sólo, no implica cambio alguno si no viene acompañado, además, de actitudes personales ajenas al mero calendario, pues, por regla general, el minuto anterior es igual al siguiente en lo que viene a ser esa sucesión natural del tiempo que, como digo, nada trae, bueno o malo, por sí misma. El político mentiroso de 2020 seguirá mintiendo en 2021 al igual que los termómetros de la Nochevieja asimilarán su graduación térmica a los del día de Año Nuevo. Así, la figurada frontera o línea de ficción que marca el paso de año no es más que una sensación simbólica en la que enero no deja atrás a diciembre más de lo que agosto le dejó a julio. Y con ello no es que uno quiera presentarse como cuervo de la tempestad o anunciador de augurios perversos, sino todo lo contrario. Que enero nos sirva para hacer balance cierto de lo que ha llovido, de lo que está lloviendo y de lo que queda por llover, todo ello a los fines de comprender que la cruda realidad no desaparece arrancando una hoja del calendario, sino desde la férrea convicción personal que propicia verdaderos cambios de actitudes, desde el propósito de enmienda que pueda servir de análisis para desechar todo lo que no se hizo bien y, por supuesto, desde el recuerdo que, como aprendizaje de valor histórico, nos pueda servir en las encrucijadas que estén por venir. Pero el porvenir también se cambia y dirime en las urnas, al igual que la mentira, las medias verdades a destiempo y las vergüenzas de hemeroteca, ésas con las que hasta un pavo se atraganta pero que, hoy por hoy, nos tragamos y tragamos como si de tal vergüenza hubiéramos hecho oficio propio. Es por ello que, quizá, dejar atrás lo que ha sido el 2020 no sea precisamente lo suyo y que, tal vez, lo verdaderamente apropiado fuera retenerlo en la memoria a corto plazo para aprender de ello. Aunque sea por los muertos, fríos y calientes, incontables todos ellos. Aunque sea para demostrarnos que nuestro sistema sanitario, tan laureado en épocas de bonanza, no es más que la cabaña de paja del primero de los tres cerditos. Aunque sea para recordar que cualquier lobo vestido de infección vírica tiene capacidad para desmontar el engranaje sanitario y, detrás de éste, los pilares económicos y sociales de las naciones. Posiblemente, hay que armarse contra similares futuribles fortaleciendo aquellos boquetes del sistema desde los cuales el drama hizo y hace aguas, depurando, además, todas aquellas responsabilidades públicas y políticas cuyas fallas hubieran puesto de patitas en la calle a cualquier trabajador de a pie. Es por ello que, si es bueno avanzar y superarse, no lo es, por el contrario, olvidar, pues eso nos llevaría, por un lado, a repetir errores y, por otro, a hacer la vista gorda frente a la nefasta ejecución, ya sea por incompetencia o por malicia, de todos aquellos cargos que nos deban rendir cuentas. Olvidar el 2020 con un brindis de Año Nuevo, por tanto, nos convertiría en un pueblo de ineptos y aborregados que invierten sin más sus esperanzas en un porvenir rosado al que, como diría Ángel González, llamamos porvenir porque no viene nunca. Habrá, pues, que recordar el 2020 cuando nos hablen de los presupuestos, cuando nos hablen de la gestión de la sanidad pública y de las residencias de ancianos, habrá que seguir recordando el 2020 frente a las puertas de lo que ya llamamos tercera ola, habrá que seguir recordando el 2020 al cívico e incívico ciudadano y, por supuesto, habrá que tener memoria y juicio histórico del 2020, insisto, en las urnas.