Opinión | MÁLAGA DE UN VISTAZO

Qué raro todo tan normal

Ya ni recuerdo cuando todo era normal, la última normalidad que recuerdo es la nueva, que no fue tampoco muy normal, ni duró mucho más allá de su anuncio, dijeron que tendríamos que acostumbrarnos a ella, pero no nos dio tiempo, enseguida volvió lo extraño a ocuparlo todo, tal vez era esto lo que se anunciaba, que a lo que teníamos que acostumbrarnos era a que ahora todo sería extraño y que había que convivir con ello.

Y parece que sí hemos normalizado cosas que antes no había manera de asimilar, sin ir más lejos la cifra de muertos pasa ahora casi desapercibida, no digo que desatendida, ni que nos dé igual, pero ahora se cuenta sin que genere el ruido de antes, se ha asumido como algo casi tan natural como la incidencia acumulada, sólo son números. Que los médicos trabajen con turnos imposibles ya ni se aplaude y hasta ni se toleran las quejas o advertencias que nos hacen, el personal sanitario ha pasado de ser el héroe al esclavo y casi el villano.

Hemos normalizado también que en los colegios pueda haber un montón de niños juntos si están ventiladas las aulas y que a la vez los parques infantiles al aire libre se cierren sin demasiadas explicaciones, aceptamos que en las oficinas se haya de respetar con escrupulosidad todas las medidas preventivas –como no podría ser de otra manera- mientras se va al trabajo en buses o vagones de metro llenos en los que no queda otra que cruzar los dedos. Es normal que se nos confine y que no se nos encierre, que se vacune quien no deba y que quien debiera no pueda, que los políticos se peleen constantemente mientras piden calma y nos dan lecciones. Y es que ya nada nos sabe raro ni mal aunque apeste, porque todos hemos perdido en esta pandemia algo de gusto y todo el olfato.