Opinión | Lavidamoderna Merma

El cementerio de los vivos y los muertos

Es el momento de que la ciudadanía se plante ante la tropelía de dejar que muera el Cementerio Inglés

El cementerio de los vivos y los muertos

El cementerio de los vivos y los muertos / L. O.

La pandemia está dejando en paños menores numerosas entidades, proyectos y entramados de nuestra querida ciudad pues, en cuanto se ha desestabilizado el sistema, han caído como naipes en castillo los asuntos cogidos con alfileres.

Chiringuitos urbanísticos, empresas trampa que bebían y vivían de lo público o negocios sin solera y atados al guiri, han visto tambalear un sistema que, a pesar de ser idílico en lo económico, nos situaba en el primer lugar de la cola de lo poco original y el mundo sin raíces. Una liebre a nuestro lado solía tener más papeles.

En cualquier caso, siempre ha habido elementos valiosos de nuestra ciudad que se han dejado de la mano de Dios -nunca mejor dicho- y uno de ellos es el Cementerio inglés.

Un lugar magnífico, único y con una historia inabarcable para el común de los mortales. Caviar paisajístico exclusivo para paladares distinguidos y que pocos conocen.

Aún pasando en infinidad de ocasiones por su puerta leonina, muchos malagueños -por no decir la mayoría-, no han visitado en su vida un espacio que es digno de conocer. Tienes historia de Málaga verdadera. Ofrece espacios únicos. Los ecos del pasado -y presente- en espacios donde retumba Málaga y rezuman hasta en sus muros encalados los versos de María Victoria Atencia en un mar de conchitas del mar que a sus pies se detenía.

Pero como aquello no tiene interés general, no se puede poner dentro una tienda de cualquier franquicia ni tampoco celebrar algún evento deportivo que suelte dinerito, pasa completamente desapercibido. Y que se pudra. Cosa que bien quisieran muchos pues, el valor de ese espacio si se pudieran levantar edificios, sería de niveles históricos en la ciudad.

Y no será el caso. Por eso toca actuar. Es el momento de que la ciudadanía se plante ante semejante tropelía al dejar que muera el Cementerio inglés. Que pague. Que ponga el dinero que sea necesario y siga adelante. Que forme parte de su patronato como medida clásica y sencilla para meter los ingresos necesarios para su mantenimiento. Sin más. Además, no caben opciones peregrinas de sacar dinero entre privados ni historias.

Que estamos hablando de una miseria. Que para el Ayuntamiento de Málaga sesenta o cien mil euros es calderilla. Por lo tanto no queda otra opción. Pero ojo. Debe ser dinero a fondo perdido y sin la más mínima contraprestación. Que aquello no se convierta ahora en un circo municipal para el gusto de cuatro. Que el Cementerio inglés tiene que seguir siendo lo que es desde que se creó. Un espacio para el descanso eterno y la reunión de los anglicanos. Y no hay más. Porque de lo contrario se acabará pervirtiendo -cosa que aquí se da muy bien- y pierda su encanto y esencia.

Y es que hay cosas que se pueden arreglar lo justo o acabarán reventando -o si no que se lo digan a los Baños del Carmen-.

Cuidado pues con los experimentos con un lugar tan sagrado en todos los sentidos. Que no vale poner el dinero de todos en sostener algo tan valioso como si se estuviera perdonando la vida. Y encima, contemplar la posibilidad de que a cambio haya que darle “un uso cultural”. Darle un uso cultural a un Cementerio es como reconocer como zona verde una frutería.

Hagan el favor. Y si tienen ganas de inventar cómprense un Quimicefa -cuidado que a mí me prendió fuego de chico-. Pero dejen en paz al Cementerio inglés. Que lo único que necesita es dinero. Ellos ya saben cómo administrarlo. Saben cómo pagarle al jardinero, al albañil y a la constructora que precisan. No hace falta ningún creativo. Que aquello se vende solo. Pero necesita un dinero que nuestro Ayuntamiento está obligado legal y moralmente a dar pues el cementerio forma parte del patrimonio histórico de nuestra tierra.

Ojalá se solucione pronto el asunto y podamos seguir disfrutando de un espacio en el que todo se vuelve eterno -para los vivos un poquito menos- y del que guardamos recuerdos extraordinarios -unos más que otros, pues cuenta la leyenda que en alguna ocasión, la chavalería de la zona se colaba para darse besitos con su novio o novia-.

Estamos en la ruina por la pandemia. Pero ya estábamos arruinados anteriormente en la falta de un modelo sólido que sostuviera el patrimonio menos idílico de nuestra ciudad. Y por el camino que vamos, todo apunta a que el descalabro puede ser monumental.

Adoquines

El que quitó los adoquines de calle Ancha del Carmen y puso un pavimento cutre de catálogo, debería pasar el resto de su vida picando piedra como en la época de los Hermanos Dalton. El que permitió que se reventara La Mundial para colocar un mamotreto defendió cualquier cosa menos a Málaga. Y así con un infinito que nos hace pensar que, quitando el albero del Jardín de los monos y cuatro cositas más, el resto se sigue haciendo añicos por dos posibles vías: o se pudren sin dinero o las destrozan los iluminados de turno que pretenden dejar un legado en la ciudad y no se dan cuenta que lo que dejan son vergüenzas ajenas a la ciudadanía y poco más.

Hay que poner dinero. Con urgencia. El Cementerio inglés es una joya que debemos conservar por siempre por los vivos y los muertos. Sin más. Sin teatrillos ni actividades. Dar dinero sin pedir nada a cambio.

Y siga el verano rojo, eterno.

Viva Málaga.

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