Opinión | TRIBUNA

Y todo esto ¿pa’ qué?

Desde que llegó la pandemia tenemos mucho más tiempo para pensar y aunque los medios de comunicación están inundados de cientos de noticias sobre tan tremendo asunto, agradecemos que no se olviden de difundir otros acontecimientos que también merecen nuestra atención y sobre los que podemos reflexionar e investigar, pues son importantes, descontando el que otras alternativas para matar el tiempo no encandilan a todos por igual, algo que a los políticos en general no debe hacerles demasiada gracia porque les obliga a andar justificando lo injustificable.

Que este Ayuntamiento haya traído a la ciudad muchas cosas buenas no le exime de que seamos críticos con lo que vemos que no es de lógica, cuanto menos.

La modificación del Reglamento General de Circulación, que derivó en que los ayuntamientos adecúen sus Ordenanzas de Movilidad, ha resultado un efecto dominó fatídico, ya que desde que se gesta aquella modificación hasta que se aplica a los ciudadanos, nadie ha sido capaz de vislumbrar, y por ello tampoco evitar, los efectos reales de lanzar a la carretera a los «peatones subidos en bicicletas y patinetes», pues una servidora no se considera ciclista (que sí van por la carretera) y mucho menos a los niños, que también señala como infractores si no llevan bicicletas de juguete, aunque tampoco lo son jóvenes y ancianos que pasean o se desplazan por estos medios ecológicos y en el caso de las bicis, evitando además el sedentarismo contra el que tanto se lucha ahora.

El peatón está en una pura indignación continua, sin pensar en que quien les desplazó de su entorno fue el automóvil, que sí les pone en riesgo a ellos, así como a los usuarios de bicicletas, patinetes y otros, que ahora ven con horror cómo los lanzan a las fauces de esas máquinas arrolladoras obligándoles a usar los carriles 30, cuando sabemos que sin un policía vigilando o mil radares multando pocos cumplirán la limitación de circular a 30 Km/h., pero aun así, ¿qué ocurre con los adelantamientos, y con la oscuridad de la noche que merma la visibilidad, y con la lluvia y el viento, y con la salida o entrada a otras vías, y con los camiones, autocares y vehículos de emergencias, …?

No serán conscientes de este dislate hasta que se llenen las UCI de arrollados, aunque algunos hayamos abrazado desgraciadamente la desobediencia civil en este caso para evitar eso precisamente y tengamos que explicar a nuestro hijos con gran tristeza y sentido de la responsabilidad porqué a veces lo que dice una norma y los que las realizan no es justo, ni sensato y que tenemos el deber de hacerlo saber sin permanecer en el mutismo, y todo ello aunque el empoderamiento de los peatones (que montan en coche pero no en bici, ni en otros medios que requieran de cierto esfuerzo personal) recaiga sobre nosotros, resultando reprendidos en múltiples ocasiones, convirtiéndonos en delincuentes por el mero hecho de velar por nuestra seguridad y la de nuestra familia sin renunciar a la movilidad sostenible que ha quedado sepultada de un plumazo. Muchos han abandonado.

Todos los usuarios de estos medios de transporte somos peatones también, por lo que conocemos el galimatías que resulta en ocasiones compartir espacio y por ello es importante tener separados peatones de bicis y otros y a su vez a estos de los automóviles pero de manera segura con carriles bici, pero que no sean de infarto como el de los Baños del Carmen, y menos con los carriles 30. Si bien, esta urgencia y su disparatada solución la han provocado los legisladores de administración central y municipal, que no supieron gestionar y regular, previamente a la concesión de licencias municipales a las numerosas empresas de patinetes, segway, biciturismo, mensajería por bici/patinete, para que no ocurriera el desmadre que trajo el odio de los peatones hacia esos medios de transporte. El turismo desmedido que a tropel usaba sin regulación ni responsabilidad alguna los mismos a máxima velocidad y en grandes grupos es lo que verdaderamente colapsó y ahora lo pagan los malagueños como justos por pecadores. ¿Será que falta un modelo serio de ciudad?

La DGT (PSOE) ha empleado muchos recursos en seguridad vial y ahora con esta reforma los van a tirar por la borda.

El Ayuntamiento de Málaga (PP) ha empleado muchos recursos en el OMAU, en 11 años siendo sede del Foro Green Cities,… y en tantos otros pasos para ser modelo de movilidad sostenible, así como ciudad tecnológica a la par de verde y cultural, que también tirará por la borda, sumando a ello el rascacielos del Muelle 1… Pero si voy al partido que gobierna el Ayuntamiento de Málaga y la Diputación, siendo que participan en la Federación de Municipios y Provincias y que ni por ahí, ni por su partido, frenen proyectos que presagian desastres ecológicos y no los cuestionan por los pingües beneficios que deducen nos traerán (otro ejemplo es el Proyecto de Campo de Golf con complejo turístico y de viviendas en el paraje natural de Maro), es hoy día poco menos que trasnochado, cuando sabemos por científicos de toda índole que la pandemia actual del Covid-19 ha llegado y que otras llegarán por la pérdida de biodiversidad y las barbaridades que realizamos bajo la ignorancia o sin miramiento alguno contra nuestro medioambiente.

Y siempre que hablo o que actúo, luego me quedo con un escozor pensando: Y todo esto, ¿pa’ qué?