Opinión | El palique

Murciélagos

Murciélagos

Murciélagos / Jose María de Loma

La Organización Mundial de la Salud ha concluido que un animal intermedio transmitió la enfermedad a los humanos desde los murciélagos y descarta que el virus saliese de un laboratorio. Esto del laboratorio no va a acabar con la teoría de la conspiración, que precisamente revive cada vez que una fuente oficial la niega o aporta un dato científico. Lo de los murciélagos quiere decir que o bien un primo nuestro se fue con ellos una noche de copas o que esos simpáticos animalitos mordieron o tal a perros o gatos o vaya usted a saber, que la imaginación la detenemos ahí. La OMS ya tiene el origen pero nosotros queremos el final. Los murciélagos no tenían muy buena fama pero ahora van a necesitar una buena campaña de imagen. Las investigaciones son más rápidas que las vacunas. Ya podemos morirnos sabiendo de qué nos morimos y dónde surgió el virus asesino. Prefiero ignorancia y vacuna, que sería la nueva enunciación de dame pan y dime tonto. Nos están enseñando muchos estudios pero sería deseable que nos enseñaran las agujas de las jeringuillas. Las tasas de contagio son aún muy altas y estos estudios contribuyen a que se contagie menos la desinformación. Enmedio de tantos datos nadie sabe cuándo acabará esto. Los políticos nos pinchan con un optimismo equívoco que se nos inocula con el peligro de hacernos inconscientes a esos peligros. En Estados Unidos han vacunado en un pis pas a dos millones y los rusos tienen vacunas disponibles hasta en las gasolineras. Lleno, por favor. La UE es tan garantista que no nos entran dosis por las fronteras. Ahí está la consecuencia de tanta pericia cerrándolas. La gran noticia será que el ritmo de vacunación ha logrado velocidad de crucero, pero desde el puerto de la impaciencia no vemos ningún buque en el horizonte. Las comunidades se traen un tira y afloja en un país tristón y con toque de queda ideal para que los murciélagos campen por sus respetos. Los murciélagos son los únicos noctámbulos ahora. Puede que hayan salido de sus cuevas pero nadie puede comprobarlo. La noche nos está vedada.

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