Opinión | Málaga de un vistazo

Los Asperones

Imagen de archivo de la barriada malagueña de Los Asperones.

Imagen de archivo de la barriada malagueña de Los Asperones. / EFE-JORGE ZAPATA

Tengo la sensación que este ‘copo’ no le interesará a un buen tanto por ciento de sus posibles lectores, si es que los hubiera. El gueto de Los Asperones emergió como salida provisional ante la devastadora inundación que sufrió Málaga en 1987, pero como todo lo provisional -incluido aquello de los «alféreces provisionales»- llegó con visos de permanencia, y ahí, camino de Parcemasa, persiste.

En un principio acogió a chabolistas de la Estación del Perro, El Bulto, Puente de los Morenos y Corralones de calle Martínez Maldonado, afectados todos por aquella tragedia.

Fue el alcalde Pedro Aparicio, en pleno de la Casona del Parque, el que aprobó la construcción de unas viviendas básicas que, con el trascurrir de la penuria existencial de sus habitantes, se ha convertido en uno de los guetos más ‘importantes’ de la geografía española.

Celia, con las promesas de la ‘socialista’ Junta de Andalucía, no consiguió cambiar la faz de la ‘vergüenza’ y ahora De la Torre inicia conversaciones con la ‘popular’ Junta que comanda Juanma Moreno; veremos si de nuevo la hueca palabra de la política se queda en un amago de parecer ser lo que no es.

Hoy se escribe en demasía sobre un posible rascacielos que ridiculice a la coqueta y sagrada Farola de Málaga, pero a nadie importa lo de aquel «pobre niño pobre» que, bajando de Los Asperones, fue atropellado por un coche, cerca de El Corte Inglés, al saltarse el ámbar del semáforo para limpiar el parabrisas de un coche.

Ya no se ven por la coqueta calle Larios. Se han adaptado al lodazal de la miseria provocada por los poderes públicos, y ellos, los niños del gueto, comienzan a tener esa visión perdida de mirar fijamente no se sabe a quién, y no ver a nadie.

Y es que no hay nadie.