Opinión | La libreta del Duque de Chantada

Los brotes verdes del Unicaja

E l baloncesto es maravilloso. Es un carrusel de emociones en 40 minutos que en ocasiones recuerda a la vida porque las sensaciones pueden no tener nada que ver con lo que esta ocurriendo. Desde la llegada de Katsikaris el equipo transmite otras sensaciones, parece un equipo nuevo pero los resultados son muy parecidos a los que tenía con el denostado Luis Casimiro. Grandes momentos y grandes apagones. Es cierto que este «nuevo» Unicaja parece más cerca de la solidez, y al menos parece que tiene un plan. Se acorta la rotación y se cambian los roles... Pero da la sensación de que hasta que llegue el deseado pívot la dinámica de resultados no va a cambiar mucho. Hasta el momento una victoria y cinco derrotas, tres de ellas ante equipos inferiores.

Es cierto que si los árbitros de «la Flopping del Rey», como bien bautizó a La Copa en estas páginas Francis Tomé, hubiesen tenido un arbitraje sólo un poco favorable al Barcelona, ahora mismo el equipo de Katsikaris estaría presumiendo de, al menos, una semifinal en la Copa. El equipo sabe ganar, y ha ganado mucho esta temporada y la pasada, pero le falta la consistencia mental y física de los equipos ganadores, de los equipos bien trabajados, de los equipos que compiten todos los partidos hasta el final, y todas las competiciones también. Ese es el gran trabajo que tiene Fotis Katsikaris por delante.

En unas horas Unicaja tendrá un nuevo jugador. Si como se apunta se llama Greg Monroe o Devin Booker será ademas un jugador de mucha calidad. Un jugador diferencial que tendrá que adaptarse a la dinámica de un equipo creado para el lucimiento de los jugadores exteriores y tendrá que luchar contra la maldición de los «temporeros» que últimamente persigue a los jugadores que llegan al equipo para unos meses. Cualquiera de ellos da una potencia de «fuego» enorme debajo de los aros, tanto de anotación como en el rebote y permitirán que podamos disfrutar de la mejor versión de Deon Thompson jugando de cuatro.

Son dos jugadores que saben de que va el «negocio» y en la barrera de los 30 buscan ampliar su carrera unos años más. Monroe fue el 7 del draft en 2010. Cuando estaba en secundaria tuvo que abandonar su casa en Nueva Orleans durante un año y refugiarse en Houston. El Katrina arrasó su casa y su escuela. Conoce la presión desde el primer día que se hizo profesional. Estuvo dos años en la Universidad de Georgetown y fue el ultimo jugador de los Pistons en lucir el número 10, ahora retirado en honor a Denis Rodman. Después de Bayer y Khimki serían su tercera experiencia en Europa.

Devin Booker se convirtió en una estrella en la liga francesa y los últimos años ha estado también en Bayer y Khimki. No tiene nada que ver con la estrella de los Phoenix Suns con la que comparte nombre pero la pelotea naranja es una referencia en su casa. Sus tres hermanos han sido profesionales del baloncesto y conoce el juego como nadie. El más destacado, su hermano mayor Trevor que fue 23 del draft de la NBA en 2010, el mismo año de Monroe, y ha jugado 10 años en la liga. Su primo, Jordan Hill, llegó más alto. 8 del draft de 2009 y otra decena de años en la NBA. Es un jugador muy fuerte, imparable debajo del aro y aunque con menos calidad de Monroe, es más intenso en su juego y no tardaría 10 minutos en meterse a la afición malagueña en el bolsillo.

La temporada tiene pocos objetivos deportivos por delante pero puede suponer un momento ideal para preparar un gran proyecto para los próximos años. Las bases están puestas, también estaban hace un año, y es el momento de decidir que queremos ser de mayores. Si realmente queremos apostar por un proyecto deportivo competitivo, que no tiene porque ser excesivamente costoso, como han demostrado este años Burgos o Tenerife, y el objetivo es volver a la Euroliga, o nos conformamos con ser un equipo simpático que juega bien a ratos, que gana partidos pero no competiciones y que se convierte en un clásico (eterno) participante de la EuroCup. Suerte y poneos la mascarilla.