Opinión | Tribuna

Alguien que estuvo allí

Cuando el pueblo andaluz, pese a las mil trabas que la derecha puso en su camino, votó el 28 de febrero de 1980 a favor de alcanzar la autonomía por el artículo 151 de la Constitución yo tenía 38 años y tuve la inmensa suerte, como periodista, de vivir en directo una campaña en favor del sí, a veces subido en el autobús de dos plantas donde viajaba uno de los actores principales de convocar a los andaluces a las urnas, el socialista José Rodríguez de la Borbolla que, cuatro años más tarde, sería presidente de la recién conseguida autonomía. Ya antes y siguiendo el mensaje del periodista de la SER, Iñaki Gabilondo, cuando proclamaba que como pueblo había que sentir «orgullo de ser andaluz» había vivido momentos claves en el camino de conseguir la autonomía y la democracia, caso del 4 de diciembre de 1977, por ejemplo.

Han transcurrido 41 años de aquel 28F y cada día que pasa me siento orgulloso cuando pienso que aquella lucha no fue vana y ser andaluz es una marca indeleble por mucho que haya habido torpes actuaciones para negar el pan y la sal a un pueblo que sabe luchar y es exigente en la igualdad y solidaridad entre las comunidades autónomas. Se luchó por un nacionalismo no excluyente, sino integrador, todo lo contrario de lo que sucede en Cataluña y conseguir la autonomía como el derecho de un pueblo que no va contra nadie sino como un gran instrumento para sacar a Andalucía del subdesarrollo y la marginación. Yo puedo decir, al recordar aquellos días de lucha, de ilusión y de esperanza; contando hechos y recordando miradas y sonrisas llenas de luces abiertas al futuro de alguien que estuvo allí. Ejercer el periodismo en primera línea te da estas satisfacciones, impagables.

No niego, y en eso estamos, que se abrieron tantas esperanzas, considerando como razón última la autonomía como panacea para la solución de los problemas socioeconómicos que cuando vemos los datos reales de paro, de precariedad laboral, de discriminación y olvido de la juventud, de educación y dotación universitaria no suficiente y con la sanidad que no termina por resistir el drama de la pandemia, te vienes abajo y cuesta hasta trabajo celebrar una fecha que abrió horizontes nuevos, sacando a Andalucía del caciquismo, la discriminación y el abandono, pero si se echa la mirada atrás y somos conscientes de dónde veníamos, hay más que razones para sentirse orgullosos de cambios radicales y, por más que pese a quienes niegan la realidad y la historia fue el PSOE, con sus 37 años de gobernanza, quien fuera pieza clave para esta transformación, con más aciertos que errores. Y quiero recordar los presidentes que lideraron estos cambios, desde el primero, Plácido Fernández Viagas a Susana Díaz, pasando por Rafael Escuredo, José Rodríguez de la Borbolla, Manuel Chaves y José Antonio Griñán. Ahora toca a la derecha, expresada en el presidente Moreno Bonilla, el que debe tirar del carro. Es de justicia recordarlo, por más que haya ‘negacionistas’ de la autonomía, algunos de ellos sentados en el Parlamento andaluz. O por más que se quiera enterrar un trabajo bien hecho con la mierda de los ERE.

Soy de los que piensan, tal y como tiene escrito José Rodríguez de la Borbolla, que el 28 F fue la «primera victoria colectiva del pueblo andaluz» porque hasta esa fecha «no habíamos ganado, nunca, ninguna batalla; el pueblo andaluz había perdido siempre». Hay otras fechas claves en la reciente historia de Andalucía que, lamentablemente, no son estudiadas en escuelas e institutos pese a las reiteradas promesas de no pocos dirigentes andaluces. Una de ellas, el 4 de diciembre de 1977, con el asesinato de García Caparrós aún caliente y sin desvelar para denigro de quienes tienen la obligación de despejar y aclarar uno de los más tristes sucesos acaecidos en el largo camino hacía la autonomía andaluza. Quiero recordar que el actual presidente de la Junta, el señor Moreno Bonilla, en noche de emociones y recuerdos al rendir el lógico homenaje a Manuel Clavero, en presencia de otro actor principal de la autonomía como fue Rafael Escuredo, comprometió su palabra para, con el máximo rigor y objetividad, este periodo clave en la reciente historia de nuestra tierra llegara a ser estudiado por la juventud actual. Me imagino que tal promesa estará sobre la mesa y pronto, muy pronto veamos que nuestros jóvenes, además de los reyes godos, conozcan lo que pasó en nuestra tierra una vez echado el candado de las siete llaves a la dictadura franquista.

Si ello fuera así habrá nombres que deben ser grabados en oro porque de ellos han dependido las grandes transformaciones, la vertebración y el desarrollo alcanzado en estas cuatro décadas. Y quiero recordar desde el más modesto alcalde hasta quienes fueron parte de los gobiernos sucesivos que se han responsabilizado de la gobernanza, desde el primer presidente de la preautonomía, el magistrado Plácido Fernández Viagas al actual, Moreno Bonilla.

Y todo ello dentro de un marco solidario y con respuesta poética tal cual ha hecho RTVA, con su llamativo y sensitivo spot, al preguntarnos, siguiendo la recordada poesía de Gustavo Adolfo Bécquer, «¿qué es Andalucía?» Y la respuesta clara: «Andalucía eres tú». Andalucía, somos todos. A ver si es verdad. RTVA ha sabido tocar, con acento andaluz, las fibras de nuestro ser, el ‘ser’ andaluz del que ha escrito Manuel Clavero. Mantenerse fiel al excepcional espíritu del 28 de febrero, como pide Clavero, es imprescindible, huyendo del pesimismo y el fatalismo de los que pregonan que aquí no hay nada que hacer. Todo lo contrario, tengo dicho.