Opinión | La vida moderna Merma

Be rico coqui, my friend

be rico coqui, my friend

be rico coqui, my friend / Gonzalo León

Está la cosa mala para los cofrades. A diferencia del año pasado, donde no teníamos opción alguna de movimiento, se nos presenta en este ciclo veintiuno una Cuaresma y Semana Santa donde acariciaremos con los dedos cosas imposibles de celebrarse debido a la pandemia que nos devasta.

Si tienes hambre, no vayas a un mercado ni pasees por bares y restaurantes. Si quieres vestir la túnica nazarena o llevar sobre tus hombros a tu Sagrado Titular, no acudas a una casa de hermandad ni deambules por un salón de tronos. Porque no va a poder ser. Y no hay necesidad. O se ve que sí -martirio mediante.

En Andalucía, salvo Almería donde su Obispo ha dicho hasta aquí hemos llegado, se plantean por parte de las hermandades y agrupaciones y consejos, diversas actividades para paliar las carencias y dinamizar estos días. Cuestión de gustos. Mientras muchos prefieren rememorar sin parar lo que pudo ser y no fue, otros quizá consideramos que la mesura -sin llegar a ser olvido-, sea un camino más adecuado para una fecha donde la Semana Santa se vivirá en la calle, pero sin procesiones.

Y en Málaga, a tenor de las circunstancias, bien pudiera parecer que hay menos cofrades de los que aparenta la ciudad o que, los pocos que queda, hacen un ruido desproporcionado.

Compararse con Sevilla en el mundo cofrade, como en muchos otros, es algo bastante habitual en Málaga. El complejo de inferioridad, la inseguridad y los localismos inyectados en pequeñas dosis desde hace años, han creado nuevas generaciones que están llevando a gala aquello de que de Málaga el peine para que no peine. Pero aún así, y siendo conscientes de las limitaciones históricas y patrimoniales de cada localidad, está quedando patente que el interés cofrade en nuestra ciudad no es tanto como pudiera parecer.

Ante una Semana Santa inédita donde podrás ir al Pryca pero no a tu casa de hermandad a reunirte con tus hermanos de cuota, medalla y penitencia, todos hablan de la necesidad de tener actividades extraordinarias en estos días huérfanos de procesionismo. Aquí hablar se habla todo lo posible y más. Pero en algunos momentos parece ser que todos lo hacen desde atalayas irreales donde contemplan el universo desde la lejanía. Lo que antes se denominaba ver los toros desde la barrera.

El Consejo de Sevilla recogía en una guía las actividades extraordinarias y fuera del culto habitual que llevarían y promoverían hermandades, entidades, empresas y círculos sociales. Y en Málaga a muchos se le ponían los ojillos redondos mientras rebuznaban contra su propia tierra. Qué mala es Málaga. ¿Dónde están las cosas? ¿Dónde están nuestros actos? Es que en Sevilla hay que morir. Pero en ningún caso, nadie se ha parado a pensar en por qué esa agenda aquí no sucede.

¿Acaso existe pero nadie la quiere contar y está oculta y escondida en un cajón? ¿Puede ser que los bancos, instituciones, clubes y organismos locales tienen previstos miles de actividades pero las llevan en secreto? ¿Es probable que la mayoría de Hermandades de nuestra ciudad tengan previsto realizar del orden de diez o quince eventos culturales, artísticos y sociales pero están a punto de rematarlos y van a salir en breve?

Ya lo adelanto: no lo creo. ¿Entonces de quién es la culpa? O es más: ¿Hay culpa? Quizá no. A lo mejor, sencillamente, Málaga no tiene esa demanda de actividad cofrade al nivel que le gustaría a una minoría de cincuenta personas que hacen ruido en las redes sociales.

Pedirle peras a un olmo puede resultar más útil que pensar que nuestra ciudad vaya a asumir esquemas, roles y tradiciones propias de otros lugares que a muchos gustan más. Pero ni somos así ni tiene pinta de que vayamos a cambiar. Pero ojo. Que Málaga, en muchísimas cosas, está a la cabeza en el mundo cofrade, aunque muchos no lo crean.

Pregunten fuera por nuestra tierra por nosotros. Quizá se lo lleguen a creer. Y así se valore más nuestra opción y fórmula. No se es mejor por ser más capillita. No se es mejor por contar las cosas antes. No eres superior si tu Cristo es más valioso en el plano artístico. Podrás tener más suerte de tener cerca un patrimonio más rico. Pero la vanguardia estuvo, está y estará en Málaga.

Como muestra un botón: las exposiciones previstas para el Centenario de la mano de Blanco y Otalecu. Ahí no veremos espráis sobre obras de arte. Y llegará la excelencia. Pero siempre estará mal para unos pocos. Que pase lo que pase, tropezarán en la piedra que ellos mismos han puesto o permitido que ahí se quede.

De un pozo no se sale sin cuerda ni alguien que la sujete desde fuera. El problema es que en Málaga hay pozo, cuerda y un señor sujetando. Pero no hay nadie abajo. Aunque muchos así lo crean.

La Agrupación de Cofradías cumple cien años y quizá, a pesar de la pandemia, sea el mejor momento para entender que, sin un sistema social ultra cofrade, sin miles de empresas soltando dinero, sin una demanda de capillitas llamando a las puertas y con una Semana Santa entendida a la manera de Málaga, se lleven a cabo hitos culturales, artísticos y expositivos que sin duda están en un nivel muy por encima de la media de cualquier otro lugar.

Málaga y su Semana Santa avanzan a pesar de la propia Málaga y sus complejos. Y los negacionistas de la Ilustre y venerable Hermandad del Todo Mal.

No asumir que Málaga es cofrade a su manera y pretender que nuestro sistema y modismos sean los de Sevilla conduce a muchos a la frustración y por ende al desprecio de lo nuestro, cegándose en el reconocimiento de lo mucho y bueno que aquí tenemos.

Calmaos un poquito. Que seguís estando muy vistas. Be rico Coqui, my friend.

Viva Málaga.