Opinión | Zona Press

Nivel 2

Poco a poco la gran mayoría de distritos sanitarios van pasando a nivel 2. Eso implica que los partidos se vuelven a jugar con público en las gradas. El aforo debe ser inferior a 400 espectadores en los recintos cerrados. Pero eso no es un problema para los partidos de cantera a los que suelen acudir como público los padres y hermanos de los jugadores solamente.

Ya fue una sensación extraña para ellos volver a jugar partidos, una vez que el desplazamiento entre localidades se volvía a permitir y, por lo tanto, los partidos dejaron de estar suspendidos. La gran mayoría de los chicos y chicas que hacen baloncesto llevaban sin jugar desde el confinamiento. Casi un año sin jugar. Para muchos de ellos, el baloncesto es más que un deporte, es una forma de vida. Volver a jugar partidos es como si su vida volviera a ser completa de algún modo.

Después de tanto tiempo sin jugar, es normal tener nervios por volver a ponerse la equipación y enfrentarte a otro equipo. Que los partidos de entrenamiento sean eso, una parte del entrenamiento. Jugar de nuevo un partido oficial, con árbitros, rival y marcador. Pero esa sensación de nervios vuelve a aparecer, y más fuerte ahora supongo, que saben que sus padres y hermanos vendrán a verlos jugar. Muchos meses entrenando a puerta cerrada, esforzándose por aprender. Ahora llega el momento en el que van a mostrarle a los padres todo lo que han aprendido.

Pero todo no es como antes. Los padres son citados a una hora determinada para entrar a la instalación. En la puerta se les toma la temperatura y deben registrarse dando algunos datos personales. No pueden quitarse la mascarilla en ningún momento, como es lógico, y deben ver el partido sentados, dejando dos asientos libres entre espectador y espectador.

Abajo en la pista, nervios, fallos, aciertos, compañerismo, pases, tiros, defensas, rebotes... También los entrenadores vuelven a dirigir partidos. Sacan su pizarra, alguna con polvo ya de tanto tiempo guardada. Animan, corrigen, aplauden, gritan, piden tiempos muertos...

En la grada los padres rompiéndose las manos aplaudiendo para reconocer el esfuerzo que han hecho sus hijos durante tantos meses entrenando sin descanso sabiendo que en el fin de semana no habría partido.

Cuando acaban los partidos unos ganan y otros pierden según el marcador, como siempre. Pero realmente es mentira. El hecho de que se pueda volver a jugar, y que se pueda hacer con público, hace que todos ganemos.

Sin duda, el mejor momento es cuando acaba el partido y ambos equipos se saludan aplaudiéndose desde su zona de banquillo. Desde la grada, esos aplausos se convierten en ovación para unos niños y niñas a los que les ha tocado vivir algo nuevo, muy difícil, y que han sabido adaptarse perfectamente a una nueva forma de vida en el que cuidarse y respetar las normas es cuidar a los demás.

Los que tenemos el privilegio de dedicarnos a este deporte, tenemos la obligación de rompernos las manos aplaudiendo ese esfuerzo que hacen todos esos niños y niñas, que han seguido entrenando sabiendo que era imposible jugar, y que ahora ven llegar el momento de que vuelvan los partidos. Encima, tenemos la satisfacción, y la responsabilidad, de compartir con ellos ese momento. Pero también debemos aplaudir sin parar a los padres de nuestros jugadores y jugadoras, que han confiado en que el baloncesto era un bien para sus hijos, parte de su educación y formación, y han seguido trayéndolos a entrenar hasta sábados y domingos cuando no se podía entrenar entre semana por las restricciones horarias. Ahora ellos también podrán disfrutar de ver a sus hijos jugar.