Opinión | TRIBUNA

Cuba ante un cambio de modelo económico

Además de la República Popular China, quedan otros cuatro países comunistas en el mundo, Cuba, Corea del Norte, Vietnam y Laos, mientras el Parlamento de la Unión Europea aprobaba en 2019 una Resolución sobre la importancia de la ‘Memoria histórica europea para el futuro de Europa’, en la que se condena los crímenes cometidos por los comunistas y los nazis en Europa. Todos, excepto Corea del Norte, se están abriendo a la ‘economía de mercado’, lo que parece pudieran ser signos de un posible largo camino hacia la democracia.

Centrándome en Cuba señalar que a partir del 2011 comenzaron con una serie de medidas económicas aperturistas que han desembocado en que en 2019, una nueva Constitución reconozca «el mercado y la propiedad privada» como parte de la economía nacional, aunque establezca que jugarán un papel complementario en su economía, y que el Partido Comunista de Cuba seguirá siendo la «fuerza política principal» en el país. No obstante, entiendo que su nueva Constitución apuesta por una apertura «vigilante» en su sistema político y económico.

El pasado diciembre de 2020, el Gobierno cubano anunciaba la unificación monetaria y la fijación de una tasa de cambio única en la isla, acabando con la dualidad monetaria que hacia convivir el «peso nacional», - para pagar salarios y pensiones-, con el «peso convertible», - para comprar bienes de consumo en tiendas estatales y privadas -, a la vez que informaba la liberalización de actividades económicas, pasando de las 127 autorizadas a más de 2.000 para este año 2021, dejando bajo la esfera pública apenas unas 124 actividades, básicamente referidas a sectores como la educación, la defensa, la medicina, o la explotación de recursos naturales. Del mismo modo el gobierno hacía hincapié en el impulso del «trabajo autónomo y de la pequeña y mediana empresa privada», junto a una serie de medidas que otorgarán mayores márgenes de autonomía a las empresas estatales en busca de mejorar su productividad, anunciando el fortalecimiento del ámbito local cubano en busca de aumentar la inversión extranjera a través de dichos territorios, en un momento en el que España parece ser se segundo proveedor, detrás China tras la caída de las importaciones venezolanas.

De la complejidad y riesgos del cambio, ha señalado el presidente cubano Miguel Díaz-Canel que «la tarea no está exenta de riesgos, uno de los principales es que se produzca una inflación superior a la diseñada, agudizada por el actual déficit de oferta», hecho que pudiera poner en mayor riesgo el ya deteriorado poder adquisitivo cubano. Muchos economistas han anunciado que los males de la actual económica cubana podrían resumirse en el continuo predominio de la planificación central y las grandes empresas estatales sobre el mercado y el sector no estatal, la crisis económica venezolana con el consiguiente recortes de ayudas económicas a la isla, las sanciones impuestas por Donald Trump, y la pandemia del Covid-19 que ha hecho reducir drásticamente la actividad económica que el turismo generaba.

Ricardo Torres, doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de La Habana, apuntaba que «… una situación extrema como esta debería servir de catalizador de las transformaciones que requiere el modelo cubano… es hora que se reconozca que el esquema de producción y distribución actual es un rotundo fracaso y requiere ser revisado desde sus fundamentos. En esa revisión el sector privado y cooperativo debe ser empoderado». De otro lado, Carmelo Mesa Lago, catedrático emérito de Economía y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Pittsburgh, en su artículo ‘Cuba: crisis económica, sus causas, el Covid-19 y las políticas de rescate’ señalaba que las reformas que se aplicarán en Cuba ayudarán a salir de «la recesión actual y generarían recursos para poder refinanciar los servicios sociales erosionados y establecer una red mínima de protección social para los sectores más vulnerables a la crisis», y el sociólogo dominicano Cesar Pérez Núñez, en su artículo ‘Cuba y su larga marcha hacia el modelo chino’, señala que la incapacidad de Cuba «de producir bienes y servicios ha llegado al punto de que apenas produce alrededor de un 15% de lo que consume y eso es insostenible para cualquier sociedad».

Cuba se enfrenta pues a unos cambios que a corto plazo pueden generar tensiones, en las que cientos de miles de trabajadores deberán ser reabsorbidos por el sector privado, en un camino sin retorno, donde los emprendedores deberán jugar un papel muy destacado en la economía de la isla, y España debiera apostar por posicionarse adecuadamente en estas primeras fases de las reformas que emprenderán los cubanos, más si cabe, con la enorme experiencia que avala un proceso de transición democrática como el vivido en nuestro país con un amplio reconocimiento mundial, y con una Constitución que ha sido clave para ello. Finalizo compartiendo el pensamiento del profesor Cesar Pérez Núñez sobre Cuba; «la liberación del trabajo no puede sostenerse por largo tiempo sin libertad en la esfera de lo político y de la política».