Opinión | El jugador número 13

Elegir el modelo

La pasada semana hablaba de los problemas económicos que tiene la ACB y la diferencia (entre abismal y sideral) con respecto al fútbol. Según la información que publicaba Marca el pasado día 4, parte de la solución para esa especie de rescate que reclamaba la patronal de nuestro deporte va a venir de la aportación que realiza la liga de fútbol al resto de deportes, por lo tanto mucho mejor para un futuro próximo que las finanzas estén más o menos saneadas.

Esa buena noticia no quiere decir que los problemas se erradiquen de manera total, de manera más lógica creo que pasa todo por un análisis bastante más amplio del modelo de competición que se quiere conseguir, y por tanto, qué tipo de clubes han de componer la ACB.

Sin perder de vista todo lo bueno que en su día supuso la formación de la ACB para el baloncesto español, a esto hay que darle una vuelta. El tipo de modelo, basado en la Lega italiana de los ochenta dejó de ser válido hace ya muchos años incluso en el país transalpino. Se mejoró muchísimo todo lo que hay alrededor, solidez en la infraestructura de los equipos, calidad de las plantillas, pabellones, etc... Hablamos de crecer en muchos aspectos, pero lo complicado ya no es llegar, sino mantenerse.

Sin caer en el extremo de la problemática que viven otros equipos y la propia ACB, desde hace tiempo se debería pensar qué tipo de club y qué diseño es el que quiere el Club Baloncesto Málaga. Los propietarios y patrocinadores, la ciudad y los aficionados. La pregunta que creo que hay que hacerse es: ¿qué Unicaja es el que se quiere?

Desde 1977, y teniendo como viga maestra del proyecto a la entidad financiera, y desde hace unos años a la Fundación bancaria, los mejores años vividos por el club desde el posicionamiento del mismo en la primera línea (cuando en 1998 llega Ángel Fernández Noriega a la presidencia y trae a Bozidar Maljkovic al banquillo) han coincidido con la presencia de un entrenador intervencionista, y la presencia efectiva de jugadores de cantera en la plantilla.

Esto último, no sólo ha sido determinante las dos últimas décadas, el trabajo de cantera ha sido primordial desde siempre, desde la llegada del club a la élite, y contar con la cantera (con las modificaciones que ésta ha ido sufriendo con el paso del tiempo) es una de las mejores opciones de siempre, aunque nos digan que los objetivos del Caja de Ronda de los 80 eran unos, los de la época gloriosa de Sergio Scariolo otros y los de ahora -que no pasará a la historia por las alegrías, precisamente- también son diferentes. Pero en todos ellos la cantera es primordial.

Contar con gente como Alberto Díaz, Francis Alonso y Rubén Guerrero, más la adición de nacionales implicados e identificados como Jaime Fernández, Darío Brizuela y Carlos Suárez es un activo que ha de gestionarse convenientemente. Ese grupo de jugadores sí que estarían rifados, no lo que se nos ha querido hacer creer como si aquí no hubiera un mínimo de criterio, o como si el conocimiento fuera patrimonio exclusivo de unos pocos elegidos por la versión oficial.

Junto con el grupo de jugadores con el que se cuenta, se tiene también otro de los elementos fundamentales: un entrenador exigente, ahora mismo en la figura de Fotis Katsikaris. Con la exigencia me refiero dirigida a todo el entorno, a la plantilla, al equipo técnico, a él mismo y, sobre todo, a la directiva del club. Recién salidos de la etapa de Luis Casimiro, quien no creo que no fuera exigente en el trabajo -no se dirigen casi 700 partidos en ACB sólo por ser buena persona-, creo que hay que tener otro criterio a la hora de elegir el inquino del banquillo. Si bien la poca incomodidad que mostraba para con la dirigencia del club pudo servirle para renovar el último contrato con el equipo malagueño, la competición puso a cada uno en su sitio, y demostró que el avalista de esa operación es uno de los principales culpables de casi haber dilapidado la temporada 2020/2021 para el club de Los Guindos.

Me aburro de oír que «el objetivo está en pelear y competir en todas las competiciones» y luego conformarse con lo que llegue. Sé que algunos clubes de élite europea superan los 30 millones de euros y aquí no se llega a 10, pero no sé si se intentan generar los recursos para incrementar lo que aportan propietario y patrocinador o en cambio se suspira de alivio por no llegar a la Euroliga y librarse de la exigencia organizativa y deportiva a nivel de club que supone. Vamos, un «tú no te metas en problemas» de libro mientras se contempla como la Euroliga quizás piensa en volver a Málaga cuando los sapos bailen flamenco.

Tal vez la valentía de decir en voz alta qué objetivo es el que se quiere alcanzar estaría muy bien, sí, creo que soportaríamos derrotas por contar con jugadores de cantera y nacionales si se viera ambición real y el compromiso fuera más allá de repetir el mismo mensaje vacío en el que se intenta quedar bien con todo el mundo (algo imposible por otra parte). Es una pena que tenga que venir un tipo de Otocac, Brescia o Korydallos para recordarnos lo importantes que hemos sido y podríamos seguir siendo, sobre todo porque para los de aquí, que exija mejorar un tío de fuera (aunque un motivo sea puro egoísmo también), es meternos en problemas.